9 de set. de 2024

OPINIÓN

ME HE IMPUESTO UNA OBLIGACIÓN: PALESTINA EN EL CORAZÓN, SIEMPRE QUE ESCRIBA



Manuel Vázquez de la Cruz


Estos días que los políticos de la oposición discuten cosas intrascendentes y hablan de pequeñeces o asuntos que sólo le importan a ellos, yo sigo con Palestina en el corazón y asqueado con las personas de un mundo que ven miles de niños asesinados y no se les mueve un músculo de sus caras.

El otro día en el televisor de un bar con bastante gente, apareció en la pantalla una escena de niños muertos y madres llorando. Miré a mi alrededor y no vi ni una escena de pena.

Pensé que todos estamos siendo cómplices de un genocidio televisado. Jamás podremos decir que no sabíamos nada como hicieron muchos alemanes en 1945.

Quizás a mi amigo de La Sierra, emigrante en Suiza, debería decirle que de algunas cosas, compasión, por ejemplo, aquí tampoco muchas personas son nada. La misma nada que era el antes de nacer y que es ahora después de morir.
YA NO HAY CAMPOS DE PAN EN LAS MONTAÑAS DE GALICIA
En el sector primario gallego se produjo un enorme cambio. Desgraciadamente los gobernantes no estuvieron a la altura o estuvieran a los suyo y por tanto la nueva era, a pesar de muchos ejemplos en otros países, no fue razonablemente pensada ni gestionada y en el cambio se han perdido cosas necesarias y se vaciaron territorios.

Y una gran parte de Galicia se ha convertido en un inmenso monocultivo de eucaliptos. Quizás es lo que querían los que nos gobernaban y, también quizás, obedeciendo órdenes. Porque una parte de los partidos políticos están ahí para defender a los que ostentan el poder económico.

Hace bien pocos años la malladora llegaba a las aldeas, antes habían habido la siegas y en muchos lugares se cantaban canciones al inicio y al terminar.

Aí veñen os segadores
en busca dos seus amores
despois de segar e segar.

Cantaban os de Fuxan os Ventos.
En Galicia os cantares da seitura inda se cantan, pero xa non se segan os campos de centeo porque non os hai.
A los sembrados de este cereal en los montes se les llamaba campos de pan. Confieso que me emocionaba cada vez que mi amigo Roel me gritaba:

- Manolo, a túa dereita, naquel campo de pan poden estar as perdices.

En algunos sitios también les llamaban searas con pan. Eran como islas verdes en un monte multicolor en parte del invierno y primavera, para al final parecer pequeños lagos, y la mies movida por el viento hacía pequeñas olas como las del mar. Aquella diversidad de campos cultivados entre retamas y brezos hacían hermoso el paisaje, pero sobre todo creaban un ecosistema lleno de vida. Empezando por las abejas, dios nos libre de que desaparezcan, cada vez hay menos colmenares y dan menos miel y puede pasar que la naturaleza modificada por el hombre y el clima, nos dejen sin ese insecto trabajador.
¡Cómo las cantaba don Antonio Machado!

Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!, Que una colmena tenía Dentro de mi corazón; Y las doradas abejas Iban fabricando en él, Con las amarguras viejas Blanca cera y dulce miel.

Cuando escribió ese poema quizás aún no se sabía que las abejas en su volar de flor en flor, para comer, como dicen en Las Hurdes, también polinizan todas las plantas del campo, incluso los campos de pan y la searas de los montes con centeno sembrado, cuando las había, y al polinizar mientras comían.

Hacer una seara - que también le llamaban tomada -, en el monte era harto trabajoso. A veces perseguido. La seara se cultivaba durante tres años casi, como máximo, después de labrar o sachar con azadón  el terreno la primera vez. Sudando a mares en un durísimo trabajo. Los años siguientes eran mas llevaderos, pero siempre el pan nuestro de cada día era un enorme esfuerzo para los agricultores. La broza del monte se quemaba antes. Ellos no lo sabían pero estaban aportando potasa al suelo, después le aplicaban algo de mineral, como llamaban ellos. En el siglo XIX empezó a fabricarse el superfosfato de cal y este hecho potenció las searas en los montes e incluso una mayor duración. Antes, a veces,  probablemente todo el esfuerzo sólo duraba un año. Con la aportación de fósforo, azufre y cal se cultivaba centeno, se conseguía una cosecha aceptable, también con esfuerzo, pero menos. Después se dejaba crecer la broza y pasados entre 15  o 20 años se volvía a cultivar.

Hoy, con los fertilizantes actuales y la mejora de la semilla, podría ser un cultivo rentable y con la maquinaria actual, mucho menos trabajoso.

En qué lugar del monte se podría sembrar pan quedó en el saber de los campesinos. No sé si queda alguno en muchas aldeas que lo sepa. Muchos tenemos miedo de que ese oficio de sabios se esté perdiendo.

Hace muchos años, cuando aún había searas con campos de pan, un agricultor mientras bebíamos un vino tinto que hervía en la taza (é que ten pedral, se apresuró a decir mi amigo), al lado de una lareira encendida, me contó como un año que había sido de gran escasez, su familia antes de la siega recogió una pequeña parte de espigas porque tenían muchas ganas de comer pan en cantidad.

Sacámoslle o grau a mazadas, como cando inda eramos pequenos, moémolo a antiga e nun forno tamén moi vello que ficara na casa por un capricho do meu avó e aí segue; fixemos o pan máis saboroso da miña vida. Iso que o gran, como ti sabes, estaba moi húmedo e non lle demos tempo a que secara, pero que rico estaba.

Moitas veces en Suiza - fun emigrante alí -, lembrábame daquel pan, daquel día e do esforzo que costaba sementar. E sentiame feliz. Nunca llo contei a ninguén pero o viño de ferrón que me truxo un amigo de Crecente...

- Amigo - fálolle a el - déixame que che conte inda que sei que non o vas ler. hai  anos que te fuches, dicias ti que irías a nada de donde viñeche. Xa non hai campos de pan no monte, nen ningún cultivo en terras de sempre cultivadas, nen gando nos comunais, nen perdices, nen coellos, nen case carballos…

E as abellas non teñen que comer, e de fora chegáronlle enemigos que as matan, e meles que non teñen nada de mel.

- Lémbrasche que aquel día en que eu conteiche que había un señor que dicia: "lo primero que hay que hacer en Galicia es eliminar ese animal maldito llamado cabra”. Quedan poucas?

Ti dixéchesme cómo un home podía dicir esas cousas de un animal que deu leite para que moitos nenos vivirán. E preguntáchesme que quería el facer nos montes.

- Poñer eucaliptos, contestei.

- Ese sí é un árbol maldito. Sabes - claro que o sabes -, cómo arden as súas follas secas? É como si estiveran cheas de pólvora.

- Sí, eu xa o sabía.

Es una pena ver el paisaje de Galicia desde un avión. Es una tristeza recorrerla en coche. Es muy fácil, y así está siendo, que en los eucaliptales críen los jabalíes pero tendrán que salir a comer porque debajo de ese árbol no crece nada... Y entonces nuestros gobernantes, dirán que hay que matarlos aunque estén criando y los rayones mueran de hambre. El trato cuidadoso a los seres vivos no es su fuerte. Los ecologistas protestarán pero por qué no se hace un congreso, por ejemplo, sobre ese árbol. Por qué no se divulga claramente qué elementos contienen - y en qué proporción - en sus hojas, cuando aprieta el calor.

¿Por qué, por ejemplo, el Ayuntamiento de Tui y la Câmara Municipal de Valença do Minho - la Eurocidade -, no lo organizan cuando atañe enormemente a sus zonas de influencia?

¿Será que los que quieren ganar dinero por encima de todo, aunque el todo sea lo peor para el planeta, tienen más poder que los políticos? ¿Es el dinero y el poder, la misma cosa?

Un día, con toda seguridad y sin la mínima duda, habrá un inmenso incendio y cadáveres de personas calcinadas.

¿Cuando? Un día. ¿Es posible?

Desgraciadamente es imposible que no suceda.

En un país con plantaciones de eucaliptos como un monocultivo, con marcos de plantación muy estrechos y cortafuegos mínimos, habrá un día un enorme desastre.

Esa es la gran obra, la gran herencia que nos dejan Fraga, Feijóo, Rueda y sus beneficiados: las fabricas de celulosa. 

¿Les pagarán los servicios prestados? 

1 comentario:

  1. Meu caro
    Manuel Vásquez de la Cruz
    Li com muita atenção o artigo que publicaste, como vens fazendo periodicamente e digo-te, com toda a sinceridade: não alteraria uma vírgula a quanto escreveste. Desde a tragédia criminosa que está a acontecer na Palestina e a que parece ninguém ligar nenhuma, ao abandono das terras que deram o pão prá boca a gerações e gerações que nos antecederam, à praga dos eucaliptos e à incompetência (ou será coisa pior ainda?) de políticos que foram eleitos para nos governarem mas que, por tudo quanto se vê, estão muito mais interessados em se governarem a si próprios. Força amigo e, mesmo estando a remar contra uma maré de forte corrente, não desistas. Como dizia um grande poeta português, no tempo da ditadura, "há sempre alguém que resiste, há sempre alguém que diz não". Um abraço.

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