Las malas ideas recuerdan las tristezas del maldito pasado
Manuel Vázquez de la Cruz
"El PP es España y todos los demás están de paso.
En la clausura del congreso del PP, Feijóo anunció que su llegada al poder será el momento en que “los españoles” vuelvan a mandar en el país, como si hasta ahora el Gobierno hubiera estado en manos de noruegos o austriacos o, aún peor, de catalanes y vascos (...)".
"(...) Mientras el PP asumía en su congreso de este fin de semana algunas propuestas de Vox contra los inmigrantes irregulares, como imponer trabas para dificultar su acceso servicios públicos y ayudas sociales, el partido de Santiago Abascal ha iniciado una deriva xenófoba, haciendo suyas las ideas de la extrema derecha europea más racista. En una rueda de prensa celebrada este lunes en la sede del partido ultra, su portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales, Rocío de Meer, ha hablado por vez primera abiertamente de deportar a siete u ocho millones de personas de origen extranjero, incluidos (...)".
Notas tomadas de El País y Diario.es
Quizás muchos, como aquel niño que iba sobre 1940 a buscar pan a Portugal para poder comer y murió electrocutado, serán perseguidos otra vez hasta la muerte. El niño, para los de esa España que pide dimisiones cuando no manda. Él es también ahora, quizás en otro color de piel de los que pasan por allí.
Otros, ya mayores, tenemos miedo al futuro porque vuelve Aznar, el culpable de un enorme número de muertos y sin la mínima vergüenza, y el PP y Vox, que son muy españoles, les rinden pleitesía, homenaje y veneración.
Los inmigrantes y nosotros somos solo individuos que pasan por allí, a lado…
Pero no somos españoles joseatoníanos de mitad monje y mitad soldado. Eso, de los de ahora en esos partidos parece que solo lo es el “peitiños”, de chaqueta pequeña y firme el ademán: Abascal.
Aznar, Feijóo y Rajoy no dan el tipo.
Quizás yo tampoco soy español. Tuve un abuelo portugués, emigrante en España y uno español emigrante en Portugal. por lo que los de Chega y los de Vox encontrarían motivos para echarme de la Península y sus islas.
Además soy muy moreno, aunque mi abuelos eran rubios, pero se nota a la legua que no me parezco ni a Aznar, ni a Feijóo, ni a Abascal. Gracias a Dios, pienso.
Coñas aparte, qué triste nos lo están poniendo a la gente de bien, los hombres y mujeres que se dicen gente bien. Qué penoso que un hombre con poca cabeza, cuyo único merito y única propuesta de años y años es pedir dimisiones, quiera ser Presidente del Gobierno de España, una unidad de destino en lo universal..., así, con esta ridícula sentencia, la definían los que quieren volver al "usted sabe quién soy yo" amenazante.
Y ejercían a diario el oficio.
Pues sí señor, los que hemos vivido una época, la época de su imperio hacia a Dios, matar a tiros a leales y buenos, de pobres de los viernes, de enormes opulencias al lado de miserias, de cruces amenazantes como la de su maldito valle y, entre miles de historias más, de emigraciones masivas, sí lo sabemos.
Y yo, una vez más, vuelvo a escribir sobre el niño que murió electrocutado por ir a comprar el pan -que aquí no había porque había que pagar la deuda de Franco a Hitler -, a Portugal.
Los dos niños vivían en el apeadero de la foto.
Desde la casa, por un camino de tierra pegado a la vía del tren, que estaba en lo alto, se llegaba a las tiendas del puente internacional frente a la aduana. Allí iban los niños del apeadero a los recados.
Uno de ellos, quizás los dos, nunca olvidan. Pasaron muchos años pero no olvidan y se hacen niños a veces, y muchos cuando lo cuentan ahora ya muy mayores, dicen que al contarlo sus ojos humedecen hasta la lágrima.
Quizás Abascal abrazado por su chaqueta de talla muy baja, para presumir de pecho, o de “peitiño”, no llora nunca. En el trabajo jamás pudo llorar. Sus chiringuitos, dicen que dice él, no eran para trabajar. Eran para aprender a salvar España. Y de paso hacerse rico y parecerse a José Antonio Primo de Rivera. El hombre de la dialéctica del puño y las pistolas. Aznar, al fin y al cabo, es el de las piernas sobre la mesa. A Abascal el 11M y sus mentiras le tienen sin cuidado. Rajoy es un señoritingo y Feijóo, aunque según dicen estudio, le parece tan inculto como él.
Por el camino de tierra por el que desde el apeadero se llegaba a las tiendas que había en la parte baja del puente internacional. El puente, por explicarlo de alguna manera, tiene dos pisos, por el de abajo pasan los coches y los peatones y por el de arriba el tren. En la salida de la parte baja había tiendas de comestibles en la que se compraban alimentos.
También estaba allí la aduana y un puesto de la Guardia Civil que todos los días dejaba pasar a unos niños al otro lado de la frontera. Los niños del apeadero los veían llegar después con bolsas llenas de pan. Los guardias los registraban y les reñían si traían más de lo permitido. Algunas veces le quitaban algún pan. Los amenazaban casi siempre con que deberían incautárselo, una palabra que los hermanos no entendían.
El día del suceso, a los niños que iban a por pan no los dejaron pasar la frontera. Suplicaron a la policía y a los aduaneros llorando. "Es una orden de arriba", decían los guardias civiles. El pequeño de los dos niños miraba al cielo cada vez que oía lo de arriba, pero no veía nada aunque había una nube y pensó que algo podría tener dentro y que los guardias veían allí lo que él no podía ver.
Y de repente en lo más alto del puente, en las vías del ferrocarril vió como dos niños corrían hacia Portugal. Un guardia gritó y se oyeron gritos en el otro lado. Los niños seguían corriendo. Estaban a punto de llegar al extranjero para traer pan. El pan también debía ser contrabando.
Y otra vez, como de repente o como si hubieran caído de la nube, aparecieron en lo más alto dos guardias de España y dos guardias de Portugal. Los niños corrían para un lado o para el otro. Los guardias, los de aquí y los de allá, les cerraban el paso cada vez más cerca. No podían ir ni venir. Cuando ya estaban a punto de cogerlos uno de los niños se tiró al río. Se admiraron los del apeadero y lo envidiaron porque entró en el agua casi sin romperla y salió nadando muy rápido. Desearon parecerse a él cuando fueran mayores.
Los perseguidores se pararon. Un señor de pelo blanco y de baja estatura, les gritó que dejaran al otro, que sólo era un niño que quería comer. Se lo pidió por favor, implorante. Los guardias que estaban a su lado lo mandaron callar. El niño que se tiró alcanzó la orilla nadando y salió corriendo río arriba.
Los guardias de lo alto del puente fueron a detener al otro. Intentó escapar pero lo persiguieron con saña, con rabia acrecentada quizás, porque a su compañero no lo habían atrapado. En señor de baja estatura volvió a suplicarles que lo dejaran marchar.
Cuando estaban a punto de apresarlo, el niño también se lanzó buscando el río. Y todo él, otra vez sucedió de repente, empezó a arder entre dos cables. El chiquillo que sólo quería traer pan para su casa había quedado prendido entre conductores de alta tensión que llevaban desde España electricidad a Portugal.
En Tui no había casi nunca luz y sin embargo se exportaba a Portugal. Aquella deuda con Hitller de la guerra de los golpistas, del fascismo internacional contra el pueblo español, tuvo que pagarse durante muchos años.
Me encantaría que me lo contara el nieto de don Manuel Aznar o su monaguillo Rajoy. Quizás lo sepan. Abascal y Feijóo son mas ignorantes y dudo mucho que lo puedan contar incluso con las tergiversaciones pertinentes y muy aprendidas que pondrían los otros dos.
Han pasado más de 84 años y los dos hermanos no son capaces de hablar de aquel día en el que vieron morir quemado a un niño "contrabandista".
El niño se llamaba Ramón. Lo supe muy tarde. Y yo, uno de los niños que lo vió, no lo puedo olvidar. Quizás nadie debería hacerlo. Quizás sea muy bueno recordar ahora, que en este país se pasó mucha hambre y por comer murió mucha gente, millones de españoles tuvieron que emigrar con papeles y muchos más sin papeles... Pero claro, para alguna gente esos españoles eran solo gente que pasaba por allí y se marchó de España para conocer mundo. Gracias a Franco pudieron hacer turismo proletario, dirán.
A mi me encanta ser para esta gente de esos que pasan por allí y no formar parte de esa gente. Mi patria es la libertad. Como me escribe mi amigo y pariente, Basilio Barrocas, desde Vilar de Mouros.
Acho que liberdade, tal como a entendemos, con garantía plena dos dereitos humanos. Como sejam o direito á educaçâo, a saude, á habitaçâo á xusticia, o trabalho e a moitos, poden ruir con estrondo se as pessoas se deixarem adormecer e enganar que percorrem a grande maoria dos paises europeus. O silencio de Europa co que está a ser cometido en Palestina…
Gracias Basilio.
Y amigos y amigas, la propuesta de Putín para nombrar Premio Nobel de la Paz a Trump, hace pensar que en el mundo dos anormales de la guerra manejan nuestro futuro. Cualquier día Aznar pide el Premio Nobel de Literatura para Feijóo, apoyándose en que fue director de Correos.
Con razones, sentido común y votando en su momento, quizás podamos cambiar tanta estupidez interesada en ese país donde solo somos gente que pasa.
Quizás nuestro gobierno actual, todos, esté tratando de hacer lo que no se hizo: la transición.
Por eso, y solo por eso, sin la mínima razón, casi siempre, es atacado por jueces, fiscales, franquistas y hasta felipes, guerras, pages y todos juntos en unión, andan dale que dale con la dimisión. Además, y no pido perdón, son un coñazo monocorde goebbelsiano.
A ver si todo marcha bien y las personas bien dejan de aburrir y aburrir. Si además no nos embarcan en su mierda, seremos más felices. Vivir en el medio de sus bulos y mentiras es una tortura, aunque a ellos les encanten.
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