3 de xul. de 2022

OPINIÓN

Quédate con la casa, caballo y la pistola que yo me llevo la palabra


Manuel Vázquez de la Cruz

 León Felipe, mi conciencia poética, creo que empezó así un poema. Por lo menos el contenido era ése y el destinatario Francisco Franco, que fue general por méritos guerreros, en la guerra en África donde aprendió a hacer las mayores atrocidades, que más tarde trajo a nuestro País de la mano de los asesinos, que sus militares instruyeron (moros, extranjeros de la legión y muy españoles), para hacer lo mismo en el territorio que llamaba su Patria (habitada, claro está, por señores y señoras “bien”).

 Sus estudios habían sido cuatro años de bachillerato, nada brillantes, y tres años de academia militar de Toledo, menos brillantes en cultura, pero muy excepcionales en el embrutecimiento para no tener el mínimo respeto a la vida de los demás. El niño de Ferrol, hijo de un matrimonio muy mal avenido, y un aprecio inmenso al ego y al dinero, encontró su ideal. Ángel Viñas, gran historiador, afirma con razones que lo que más le importaba era “la pela” y lo que menos la patria y la vida de los demás. Nada en algunos casos y desprecio en la mayoría.

 El 17 de julio de 1936 empezó a asesinar con saña a compañeros de armas. No se salvó ni a su propio primo porque no pensaba como él.

 Y a sus mandatos la peor gente de España asesinó sin piedad incluso en sitios donde ni había guerra. Nuestra comarca del Baixo Miño está llena de tumbas y curvas de muerte. Por aquí anduvieron matando a hombres y mujeres, buenas gentes, siguiendo las directrices de Mola, Queipo y el genocida general. Aquí, en esta tierra nuestra, un Méndez Núñez, de ilustre apellido y bajos instintos, en su furgoneta roja arrancaba a las personas de sus casas, las torturaba, las mataba y dejaba los cadáveres con las señales de tortura en los lugares de paso para infundir terror.

 Y, quizás por su linaje, en el que parece que hasta los asesinos tienen el privilegio del silencio, de este hombre siniestro, pendenciero y asesino no se habla o se habla poco. Ahí queda mi pequeña contribución a la verdad. No eran solo los Laureanos, los Anteros, los largos de no sé dónde…

 A uno de los nombrados le dedicó Emilio Álvarez Blázquez un poema de condena. Era un monigote que fue feliz con su uniforme de conserje ganado por haber matado y torturado. Es un poema precioso. Como todos los del hijo del médico, su padre, fusilado en Tui por ser médico de los pobres.

 El descendiente del almirante merecería uno inmenso. Me parece necesario que sus “hazañas” sean conocidas por todos y todas. Quizás hemos sido demasiado condescendientes con algunas historias y mucha gente no conoce el gran horror.

 El mejor poeta, el que mejor cante verdades, el que más odie la guerra, el que más sufra por padres, madres, hijos e hijas debería contar con las más denigrantes palabras esa foto de mujeres y hombres, delante del Guernica de Picaso, mientras los mandamás, sus más íntimos (mucho más cultos que el Franquito pero igual de amantes de la pela, en otro plano), buscan, díganlo o no, la guerra.

 El si quieres la paz prepárate para la guerra hace ya mucho tiempo que Gandhi y Luther King lo callaron con el si quieres paz búscala con ahínco, sacrifícate, habla y ámala.

 Como hicieron el indio y el afroamericano y por eso los de la guerra los asesinaron pero el “si quieres paz prepárate para la paz” seguirá para siempre en las mentes de los buenos y generosos. No he visto ni uno en esa cumbre.

 Todos ellos han tomado la guerra como un gran comercio porque las armas también son mercancías, también son negocio, ejercerlo también es neoliberalismo y libre mercado.

 Lo que dicen que aman y defienden es mentira. Como Franquito, lo que piensan es que la pela es la pela y cuantas más mejor.

 Ante eso los muertos, la miserias, las hambrunas, los huérfanos,…, no importan.

 Creo que lo que escribo conviene decirlo miles de veces. La verdad es necesaria y lo que escribo es cierto.

¡NO A LA GUERRA!

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