AQUEL MALDITO 27 DE SEPTIEMBRE
Maldita sea su memoria y las de todos los asesinos
Manuel Vázquez de la Cruz
Aquella mañana fue de las más tristes de la vida de mucha gente.
Recuerdo.
La víspera llegué a Madrid en avión. Un grupo de fascistas nos arrojó a la cara un montón de panfletos. Hice ademán de encararme con ellos. Felizmente mi compañero de viaje, un chico aragonés, me paró hablándome de mis hijos. No lo he vuelto a ver.
Al día siguiente nos embarcaron a los del destino Santiago muy pronto.
Tenía mi coche en el aeropuerto y mientras recorría el trayecto a Pontevedra fueron dando por la radio las “notificaciones” de cómo y dónde se habían cumplido, asesinando, lo que llamaban sentencias.
Paré en una gasolinera. Una chica estaba llorando en el bar, en una esquina. La tristeza se sentía y lo inundaba todo.
¡¡¡Hasta el sol está hoy triste, maldito sea él y toda su calaña!!!
Casi grité, con miedo, pero por lo menos lo dije. La chica se levantó y me abrazó. Tampoco la he vuelto a ver.
Llegué a Pontevedra y en las caras que vi solo había pena, mucha pena.
Al llegar a casa, mi mujer, mientras nos abrazábamos rompió en llanto. Yo también.
En Rianxo se colocaba un busto frente a la casa de Castelao de este personaje querido por todos. Compañero de viaje en la lucha de todos los demócratas. Me pareció inoportuno aquel acto. Él lo hubiera rechazado. Era un auténtico despropósito.
Le dije a mi mujer que iba allá a protestar y que sabía que habría más gente a hacer lo mismo.
Salimos con miedo y llegamos con miedo, pero si, había más gente de los nuestros.
Estaban personas de las llamadas importantes: don Emilio Gil, don Isaac Díaz Pardo,..., y otros de lucha por la democracia como Geluco Guerreiro, Margariña Valderrama,…
Y guardias civiles de paisano. Uno conocido e hijo de un amigo. Tampoco lo he vuelto a ver.
Me dijo muy bajito que había orden de ser muy duros y que había grises arriba, en la plaza. Que por favor tuviera cuidado.
Después me llamó don Emilio Gil que era una gran persona y muy amigo. ¿Vais a hacer algo, verdad?
Seguro que sí, pero como usted sabe, acabo de llegar. Trabajábamos juntos en la transformación de tojales en prados.
Nos fuimos agrupando y todo era tristeza. En las caras, ni la mínima sonrisa.
Seríamos doscientas personas y una enorme multitud de tristeza. También había lágrimas y miedo. Pero las lágrimas eran por ellos, por aquellos chiquillos que habían sido asesinados por culpa de un militar que poco después moriría como vivió, ensangrentado, pero esta vez en la suya. Y fotografiado por su yerno para vender las imágenes a un periódico.
Digno y merecido final.
Y entonces alguien con muy buena voz entonó “venceremos nós” y cantándolo subimos por una calle estrecha y llegamos a la plaza. Allí estaban los grises. No escapamos. Tampoco fueron duros. Simplemente nos miramos los unos a los otros.
Sonaron dos voces. Una mujer, Margariña Valderrama gritó ¡Franco asesino! y creo que Ramiro, un hombre de Ferrol, la secundó con el mismo grito coreado las dos veces por nosotros, sobre doscientas personas y una multitud de lágrimas.
Aquello era el fascismo.
Aquello era también el sionismo y el nazismo.
Aquello, el franquismo y sus hambrunas, sus millones de emigrantes, sus corrupciones “nacionales” y sus corruptelas. Sus leyes contra la razón, contra las mujeres y España era un cuartel.
Y un dictador que le gustaba mucho más la pela que el bienestar del pueblo, pero entraba bajo palio en las iglesias y Pío XII, el papa que explotó cuando era cadáver y vivo dicen que era nazi, le dedicó muchos elogios y felicitó efusivamente mientras él mataba y mataba.
Su familia es hoy de las grandes fortunas de España. Supongo que el presidente de la patronal pondrá como ejemplo de meritocracia al fresco general que llenó España de cadáveres.
Con Palestina en el corazón y con los últimos asesinados por orden de la bestia, en la memoria de los hombres y mujeres de buena voluntad.
Como decía Pío XII antes de felicitar asesinos, morirse y explotar, me retiro durante un tiempo, a mis habitaciones a orar.
Con Fernando Salgado, Basilio Barrocas, Xoa Ocampo y alguno más trataremos de escribir un libro para la buena gente que además es pueblo.
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