"Galiza e mail’o Minho
Vendo-os assim tão pertinho
são como dois namorados
que o río traz separados
quase desde o nascimento!
(...)"
Joâo Verde
Contra las mentiras y las dictaduras: un poema
Manuel Vázquez de la Cruz
Río abajo
marchan las aguas del río. Aguas y recuerdos de amores, primero de orilla a
orilla y más abajo de enamoramientos y amistades de diferentes estados.
Qué raro me
suena eso de diferentes. Jamás me he sentido extranjero en el verde Alto Minho,
ni allá abajo, donde las carabelas partieron, cruzaron el Cabo de las Tormentas
y le llamaron “Cabo da Boa Esperança” (suena a fado). Esperanza es hoy aquel
país donde la mayoría de la gente habla con educación y respeto. Es el pueblo
de la palabra.
Estos días estoy
viendo una serie de un largo momento de nuestra historia reciente, cuando aquí
y allí gobernaban hombres parecidos. Franco y Salazar que lo eran con matices.
Franco confesó a un periodista que no le importaría matar a la mitad de los
españoles para “salvar” España. No sé si Salazar lo haría pero nunca lo diría.
Franco era militar de apunten y disparen. Salazar quizás pensaría en hacerlo
pero no lo haría. Fue sangrienta, cínica y sutil su dictadura.
Franco, quizás
por tener poca estatura física y mental, construyó un enorme monumento con una
cruz amenazante. Salazar jamás haría semejante disparate porque era más austero
y menos de grandiosidades, pero en los cuartos de Banderas no se sentía el
hambre y miseria del pueblo español. El era de ese mundo y no salió de él
jamás.
Franco alquiló a
pedazos tierras a extranjeros para hacer bases y por Madrid circulaban miles de
coches con matrículas exclusivas para los ciudadanos de USA. En Portugal no.
Portugal con Salazar no aceptó bases extranjeras en su territorio. Franco solo
era de sí mismo y si acaso un poco de Carmen Polo (Serrano Suñer lo supo
claramente cuando lo destituyeron). Sus descendientes pasean su lujos y sus
escándalos por todo el país. Si Salazar tuviera descendencia es seguro que no
sería ni mucho menos como la de Franco. Ni el pueblo portugués lo permitiría.
Tampoco tendría yernos que le hicieran fotos para vender cuando estaba
moribundo. Es muy difícil que cualquier portugués o español llegara a ese
extremo tan vergonzoso. Quizás ahí esté justo el ejemplo de las
“personalidades” que aquel régimen propiciaba en su mundo de maldad, hipocresía
y la necesidad de más y más dinero. Al marqués no le bastaba el que tenía y que
malgastaba, ni le llegaba sólo el poder decir “usted sabe quién soy yo”.
Portugal tuvo un
dictador ruin y despiadado como todos, aunque universitario, sutil y AUSTERO DE
VERDAD, incluso con su tumba. Franco fue un dictador muy español, muy militar,
ególatra, despiadado y enormemente inculto. Todos los que son definidos por la
última palabra ordenan quemar libros. Y era austero militar pero aceptando
regalos y haciendo negocios aprovechándose de su cargo. Ángel Viñas los
demuestra claramente en su libro “La otra cara del Caudillo”.
La policías
políticas española y portuguesa eran iguales en la falta absoluta de la mínima
humanidad. Eran poder hacer lo que quisieran, como todas las policías que
persiguen los pensamientos, y estaban al servicio de los muy ricos en los dos
casos. Las personas de las dos entidades eran, según decía una mujer
psiquiatra, de mala índole de nacimiento, acomplejadas y torturadoras. La
pandemia no hizo justicia con "Billy el Niño”. Se llevó al torturador más
repugnante con sus medallas por ejercer de bestia pero no fue juzgado por sus
bestialidades.
Para cuándo un
museo o algo parecido de la Político Social fascista española. Olvidar es que
exista la posibilidad de repetir. Cuando la gente normal podrá ver cómo
torturaban, con qué y algunas historias de los que sufrieron.
Salazar quizás
creía algo en su Estado Novo, que en realidad era viejo y aristocrático, y que
con sus guerras coloniales provocó un éxodo masivo de personas. En toda la
frontera, también en la gallega, siento vergüenza, se hizo negocio a costa de
la gente que huía de las guerras, se les estafó muchas veces y se les despreció
en bastantes.
Son miles de
historias que parecen olvidadas. No interesan pero existieron y todos los que
andábamos en carretera alguna vez recogimos a alguno que solo deseaba llegar a
Francia y no ir a luchar a aquellas partes del mundo que decía el régimen de su
país que hacían que Portugal “non fora un país pequeno”. Recuerdo aún con
tristeza aquel camión que estuvo dando vueltas toda la noche con personas
apiñadas debajo de un toldo y que después dejaron en una ciudad española
diciéndoles que ya estaban en Francia.
Franco era, o
quería ser, como Luis X1V, el Estado. Solo que aquel rey absoluto francés decía
“el Estado soy yo” y el golpista español pensaba el Estado es mío, para mí y
para los míos, y otorgó títulos nobiliarios como hacían los reyes y los papas.
Uno y otro no disimulaban sus formas de pensar. Salazar a su policía le llamaba
PIDE (defensa del Estado, aunque en realidad era como otro Estado), Franco
“politico-social” porque sus enemigos más odiados eran los obreros que pensaban
y los otros que podían ayudarles a pensar. Miles de maestros fueron asesinados
por el general de la guerra y el menosprecio a la vida.
Con él hubo el
mayor exilio y la emigración más numerosa de la historia. ¡Qué poco se les
recuerda a unos y otros! Lo paradójico es que los emigrantes por la fuerza que
dio el hambre que el régimen provocó en toda su intensidadel fueron esenciales
en el crecimiento económico. El régimen se atribuyó un éxito en el que nada
tenía que ver. Más bien al contrario.
La guardia
personal de Salazar eran portugueses y pocos. La de Franco “la guardia Mora”,
al principio, siempre militarizada, y siempre muchos. He leído que sentía
desprecio por los españoles. Puede ser: Legión extranjera, guardia Mora,
rifeños mercenarios, legión cóndor, divisiones italianas y hasta de Portugal
llegaron los “viriatos”. Sus fieles seguidores de ahora son como el que es muy
militarista pero no fue a la mili ni trabajó nunca pero de eso no lo
avergüenza. Es de la España cañí. Y, con inmensa caradura, se presentan en el
Congreso como paladines de la libertad. Ahí va!…, diría un vasco.
Salazar no apoyó
a Hitler. Franco mandó soldados y pagó el armamento que el genocida alemán le
vendió para matar a los defensores de la legalidad. Por qué no se habla del oro
alemán, o de Berlín, que tardó muchos años en pagarse y era mucho más cuantioso
que el que la república pagó a Moscú.
Si se pusieran
en una balanza los dos dictadores probablemente quedara muy equilibrada en
maldades pero uno, Salazar, era mucho más culto y vivía mucho más humildemente
que el militar africanista.
Uno era un vende
patrias y otro era el hombre que quería una patria “a la antigua” y desfasado
de la historia del momento. Dicen que acomplejado y tímido. Muchos pobres muy
pobres y unos pocos ricos muy ricos. Para él y para la grandeza de Portugal
eran vitales las colonias que hacían que Portugal no fuera un país pequeño. En
ese Portugal había negros masacrados y colonizadores “moi fodidos” - como un
día me dijo un portugués muy de derechas -, con perros adiestrados para morder
a los “pretos”. Una mozambiqueña portuguesa, Isabela Figueiredo, excelente
escritora, lo describe muy bien en su libro “Cuaderno de memorias coloniales”.
Franco era su yo
y su conveniencia del poder por encima de todo. Durar ejerciéndolo. No quería
curas ni mujeres en sus trincheras quizás porque podía haber un sacerdote con
demasiado buen corazón (era preferible que sus soldados fueran al infierno) y
porque las mujeres, aunque fueran prostitutas, creía él que tienen más
sentimiento y menos carácter. Salazar era más humilde, muy solitario y gustaba
mucho de las mujeres y a las mujeres. Su dictadura era sutil y sin himnos,
mientras que la de Franco era cuartelera con muchas canciones guerreras y
muchas banderas al viento. Las dos violentas y sangrientas.
Los dos
dictadores se odiaban. Quizás porque uno era militar y el otro universitario. O
porque uno quería a Portugal sin España y el otro deseaba tener más dominios
para tener más pelas, más poder y más gloria personal. En esas tres cosas estaba
su yo.
Los dos como
Hitler y Mussolini nacieron lobos. No de los normales, los que en el monte
cazan y matan otros animales para comer. Ellos mandaban matar a personas para
tener y ser poder por encima de las libertades y derechos humanos.
Tristemente lo
tuvieron y lo fueron. Hasta que un día en Radio Renascença sonó “Grândola Vila
Morena”, un niño puso un clavel en la boca de un fusil y por un momento, en
ambas orillas del Miño, cuando el río empieza a separar amores, todos fuimos
ilusión.
Y Salazar desde
el poder que da la muerte que le sobrevino creyéndose aún el gran jefe (el
magistral libro de Marco Ferrari, “La increíble historia de António Salazar, el
dictador que murió dos veces”, lo describe muy bien), engañado por los suyos
hasta la carcajada. Uno sueña que le dio la mano a Franco y se fueron por fin
juntos de nuestras vidas pero dejaron tristes herencias y múltiples penas.
También algunos seguidores como su yerno, el vendedor de fotos de agonías.
Con su régimen
la corrupción era general. Crearon Auxilio Social y se auxiliaron a sí mismos,
desmantelaron las mutualidades e hicieron del robo de lo público y la
expoliación de los que no eran de ellos su forma de vivir. Hay en Galicia
enormes conducciones de agua para regadío, en el Valle de Lemos, por ejemplo,
que nunca pudo funcionar porque se robó en el cemento y pierde agua. Recordemos
Ribadelago y sus cientos de muertos. Solo dos ejemplos cercanos. Los hay a mil los
lejanos y mucho más cercanos.
Pero un día, los
pueblos - no confundir con gente -, pudieron gritar: ¡FASCISMO NUNCA MÁS!.
Portugal fue
ejemplo del mundo con el clavel en el fusil. España se inventó una transición
que yo defendí. Ahora algunas veces pienso, cuando oigo a Dolores de Cospedal y
a Villarejo preparar mentiras, que me equivoqué.
Este escrito,
que pretende ser una defensa de la democracia y una denuncia de métodos
obscenos, podría servir para que ellos sepan cosas muy simples que en su mundo
no se cuentan.
Porque aunque
parezca mentira es necesario volver sobre un tema que debería estar
sobrepasado. Nuestro País sigue siendo, ahora muy informatizado, el mismo que
en los tiempos del Lazarillo de Tormes, hasta el punto que los obispos con su
emisora denigran, ex ministras golfearon para inventar mentiras, algunos jueces
parece que los apoyan, echan a un tal Casado por decir algo que después parece
verdad. Le sustituye en su cargo un hombre que fue intimo de un narco, hubo un
ministro de Interior que creó su propia policía para inventar y, entre otras
muchas cosas más, mienten y difaman a honrados. Ahora dicen que burdamente con
lo que demuestran que creen tonto al pueblo. Quizás aún no se han dado cuenta
de que Franco y Salazar se marcharon de la mano a la eternidad. Como “Billy El
Niño”, desgraciadamente, ninguno de los dos fue juzgado en vida.
Si así fuera y
se supieran todas verdades…quizás solo tendrían como seguidor leal algún vago y
petulante.
De las
conversaciones de Ferreras preparando mentiras con Villarejo siento tal asco
que no digo nada. La emisora que se fingía progresista, aunque no engañó a
todos,…
Para nosotros la
libertad debe ser un poema. El suyo es un mundo donde no hay poesía y todo es
mentira. Que se queden con la infelicidad de su asqueroso trabajo y esperemos
que los jueces nos defiendan de sus mentiras y de sus robos.
Seamos Quijotes
y Sanchos para resistir la picaresca de los delincuentes históricos, de los
nuevos medios y de periodistas fingidores. La delincuencia de guante blanco
sigue estando entre nosotros.
Pero a
diferencia de ellos nos queda el poema y la palabra.
Galiza e mail’o Minho
Vendo-os assim tão pertinho
são como dois namorados
que o río traz separados
quase desde o nascimento!
Deixal-os pois namorar,
Já que os paes para casar
lhes não dão consentimento.
En Tui, en uno
de los muchos fusilamientos que hubo al lado del Sagrario de la Iglesia de San
Domingos, después de las descarga, Cibeira, factor de ferrocarriles, no fue
alcanzado por las balas. Don Ángel se acercó a protegerlo mientras gritaba
“Dios no quiere que lo matéis”. Lo apartaron a culatazos y mataron en el sitio
en el que hemos plantado un árbol de flor. Al lado del Sagrario, lugar de
crímenes, pusimos un olivo de memoria y paz.
El recuerdo de
Cibeira merece un hermoso poema. Habrá que escribirlo y estoy seguro que habrá
quien lo haga.
Me gustará
recitarlo cuando se presente en Tui el libro “Os anos do silencio” del
historiador Xosé Álvarez Castro.
Seguiremos escribiendo y recogiendo Memoria.
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