ADIOS, GENTE NUESTRA
Play4África
Leopoldo Álvarez Sousa (*)
Bueno, tras casi un mes esperando en esta especie de corredor de la muerte, parece que mañana a la 3 de la tarde salimos hacia El Cairo. Muchos de vosotros habéis sufrido nuestras quejas, nuestra desesperación y nuestra tensión acumulada en estas jornadas. Gracias a todos. Esperamos que en esas tierras a las que de alguna manera pertenecemos, nos compensen estos días tan esperados, tan deseados y un poco tan temidos, de lanzarnos cuesta abajo por un continente al que tanto nosotros como vosotros y nuestros insensibles conciudadanos, tanto debemos.
La única inquietud que nos ha movido para embarcarnos en este viaje, es el poder echar una mano a gentes a las que no conocemos, pero que nos hacen sufrir cada vez que vemos su desgracia en la televisión o en las hojas efímeras de los periódicos.
Niños como los nuestros, se mueren como moscas cada día por causas que desde nuestra confortable poltrona, nos parecen estúpidas.
Y cuando esos imbéciles que tanto verdean a nuestro alrededor, acuden al argumento fácil de comparar la pobreza de nuestras ciudades con la miseria de un campo de refugiados, les invitamos a unirse a nosotros.
Porque la pobreza tiene remedio en una sociedad opulenta y derrochadora como la nuestra. Nuestros pobres tienen nombres y apellidos, están en los censos y tienen derechos ciudadanos. A nuestras sociedades les corresponde hacer la revolución en su nombre y luchar por ellos. A esta sociedad hipócrita le sobran recursos para acabar con la pobreza y con muchas otras cosas. Pero nada se puede esperar de un país dormido, cobarde e incapaz de exigir derechos. Es mucho más fácil protestar, quejarse, lamentarse y no tomar las riendas del poder. Pocos en este país (o como se llame ahora), cuenta con la decencia o el valor de plantar cara a una clase política anonadada y representativa de la mediocridad en la que nos movemos.
La miseria es un error geográfico. La maldición de haber nacido en el lugar equivocado y en un tiempo equivocado. En un territorio sin materias primas, plano, reseco, sin estructura de estado y con la ley del más fuerte como única razón moral.
La miseria es carecer de nombre, de ciudadanía, de derechos, de asistencia sanitaria, y de verse condenados a nacer, malvivir y morir entre las alambradas. Ver como malviven tus hijos llenos de parásitos. Y en el mejor de los casos, tener que pelear cada mañana para conseguir un bollo de pan arrojado desde un camión, como si se lo echasen a un perro. ¿Qué orgullo le puede trasmitir un padre a sus hijos? ¿Qué normas morales? ¿Qué tipo de educación?
¡Que se vengan con nosotros! A disfrutar de las cataratas Victoria, de las Pirámides, de los Parques Nacionales, De las playas de Mombasa, de los montes Virunga, del Kilimanjaro… Pero también a lo de verdad: A ver lo que hace crecer las canas, a esquivar la mirada de una mujer hambrienta con su hijo medio muerto en los brazos, a repartir cosas que sabes que no cubrirán ni la milésima parte de las necesidades de unas gentes que no se merecen lo que les ha caído encima…
Queridos amigos: Muchos os venís con nosotros porque nos entendéis, y porque muchos de vosotros nos habríais acompañado sin pensarlo. Porque sois como nosotros, y por eso sois nuestros amigos, y no podría ser de otra manera.
Si queréis saber por donde andamos y lo que hacemos, nos podréis seguir en el blog de El mundo: www.elmundo.es/solidaridad o en www.play4africa.com
El regreso está previsto para principio de Julio. Confiamos en vosotros para que en nuestra ausencia nos cubráis las espaldas, cada uno en vuestro ámbito. A cambio, nos llevamos vuestro recuerdo, vuestra amistad, y esperamos que también vuestra comprensión.
Juan y Leo
Bueno, tras casi un mes esperando en esta especie de corredor de la muerte, parece que mañana a la 3 de la tarde salimos hacia El Cairo. Muchos de vosotros habéis sufrido nuestras quejas, nuestra desesperación y nuestra tensión acumulada en estas jornadas. Gracias a todos. Esperamos que en esas tierras a las que de alguna manera pertenecemos, nos compensen estos días tan esperados, tan deseados y un poco tan temidos, de lanzarnos cuesta abajo por un continente al que tanto nosotros como vosotros y nuestros insensibles conciudadanos, tanto debemos.
La única inquietud que nos ha movido para embarcarnos en este viaje, es el poder echar una mano a gentes a las que no conocemos, pero que nos hacen sufrir cada vez que vemos su desgracia en la televisión o en las hojas efímeras de los periódicos.
Niños como los nuestros, se mueren como moscas cada día por causas que desde nuestra confortable poltrona, nos parecen estúpidas.
Y cuando esos imbéciles que tanto verdean a nuestro alrededor, acuden al argumento fácil de comparar la pobreza de nuestras ciudades con la miseria de un campo de refugiados, les invitamos a unirse a nosotros.
Porque la pobreza tiene remedio en una sociedad opulenta y derrochadora como la nuestra. Nuestros pobres tienen nombres y apellidos, están en los censos y tienen derechos ciudadanos. A nuestras sociedades les corresponde hacer la revolución en su nombre y luchar por ellos. A esta sociedad hipócrita le sobran recursos para acabar con la pobreza y con muchas otras cosas. Pero nada se puede esperar de un país dormido, cobarde e incapaz de exigir derechos. Es mucho más fácil protestar, quejarse, lamentarse y no tomar las riendas del poder. Pocos en este país (o como se llame ahora), cuenta con la decencia o el valor de plantar cara a una clase política anonadada y representativa de la mediocridad en la que nos movemos.
La miseria es un error geográfico. La maldición de haber nacido en el lugar equivocado y en un tiempo equivocado. En un territorio sin materias primas, plano, reseco, sin estructura de estado y con la ley del más fuerte como única razón moral.
La miseria es carecer de nombre, de ciudadanía, de derechos, de asistencia sanitaria, y de verse condenados a nacer, malvivir y morir entre las alambradas. Ver como malviven tus hijos llenos de parásitos. Y en el mejor de los casos, tener que pelear cada mañana para conseguir un bollo de pan arrojado desde un camión, como si se lo echasen a un perro. ¿Qué orgullo le puede trasmitir un padre a sus hijos? ¿Qué normas morales? ¿Qué tipo de educación?
¡Que se vengan con nosotros! A disfrutar de las cataratas Victoria, de las Pirámides, de los Parques Nacionales, De las playas de Mombasa, de los montes Virunga, del Kilimanjaro… Pero también a lo de verdad: A ver lo que hace crecer las canas, a esquivar la mirada de una mujer hambrienta con su hijo medio muerto en los brazos, a repartir cosas que sabes que no cubrirán ni la milésima parte de las necesidades de unas gentes que no se merecen lo que les ha caído encima…
Queridos amigos: Muchos os venís con nosotros porque nos entendéis, y porque muchos de vosotros nos habríais acompañado sin pensarlo. Porque sois como nosotros, y por eso sois nuestros amigos, y no podría ser de otra manera.
Si queréis saber por donde andamos y lo que hacemos, nos podréis seguir en el blog de El mundo: www.elmundo.es/solidaridad o en www.play4africa.com
El regreso está previsto para principio de Julio. Confiamos en vosotros para que en nuestra ausencia nos cubráis las espaldas, cada uno en vuestro ámbito. A cambio, nos llevamos vuestro recuerdo, vuestra amistad, y esperamos que también vuestra comprensión.
Juan y Leo
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