8 de feb. de 2024

OPINIÓN

¿Qué es un hombre rebelde?




Manuel Vázquez de la Cruz

 ¿Qué es un hombre rebelde? se preguntó Albert Camus. "Es un hombre que dice no". Pero decir "no" no es decir "no" a los otros, a tus adversarios: eso es a menudo una forma de gregarismo, porque es decir "sí" a los tuyos; decir "no" de verdad es decir "no" a los tuyos cuando se equivocan o crees que se equivocan, o cuando cometen un atropello o crees que lo cometen. El riesgo, claro está, es ganarte el rechazo de todos; el riesgo es la soledad, el ostracismo: convertirte en el enemigo del pueblo. Por “fortuna” para los que mandan en algún partido nadie dice no a los tienen esa palabra como argumento. Todos dicen sí, qué bien...  

 Hace días, quizás meses, copié parte de lo escrito anteriormente de no recuerdo dónde.  

 Por desgracia para la democracia en algún partido nadie dice no a su jefe. En ese partido político el gregarismo aparece siempre en estado puro. 

 Muchos que yo conozco, cuidado que tienen motivos para gritar no, o aconsejar que no se digan sandeces, o simplemente a pedir que se diga algo con “cabeciña” de la que tanto hablan. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Cuidado que es sabio el refranero. 

 Pero en ese partido tampoco dicen no a corrupciones, a nepotismos, a insultos constantes, a calificar de sanchismo (qué coño será eso), ni a muchos delincuentes, tampoco a amigos narcotraficantes, ni  ninguno que presume de manejar a jueces, ni a los que mienten de una forma absolutamente comprobada,  ni a los que hacen o justifican policías patrióticas contra la misma ley que dicen defender,...,y de la que declaran adalides.  

 ¡Hipócritas parecen un rato largo! 

 Por ejemplo, alguno vota o está en un partido  que es contrario al matrimonio de personas del mismo sexo, casarse una persona que lo es y después, como si nada, ser portavoz máximo de ese mismo partido en el Senado. Para mi eso es simplemente una persona homosexual que no se valora a sí misma y no sabe decir no. Es por tanto, manada. 

 Diciendo siempre no, dándole duro a la palabra sanchismo, con la misma facilidad que se casan con otro de su sexo que su partido desprecia en un forma de matrimonio que los suyos denigran. ¿Es eso ser coherente? 

 No es, no debería nadie ser así porque están diciendo sí a los que debían decir: “No, coño. No y no. Vosotros no podéis ser de los míos”.  

 Eso me parece a mí que por si acaso, con estos del sanchismo y de la gentuza del no, se me confunde. Yo no soy PSOE, ni lo he sido nunca.  

 Y ahora, estos días, aparecen tractores en las calles.  

 Y estos del no, corren a decir sí y a abanderar una lucha de los agricultores, los mismos que en Galicia hicieron y primaron la barbarie de convertir nuestra tierra en un “monstruo sin cabeza”, como decía un admirado profesor. Si esta gente sigue gobernando y, como es lógicamente creíble de la misma manera o del mismo “xeito caciquil”, en nuestra nacionalidad o nación, según Feijóo unas veces sí y otras no, se perderá hasta el oficio de labrador y toda su sabiduría. 

 Esos que, con muchas razones, salen con sus tractores a las carreteras tienen dos enemigos muy claros: el cambio climático y los márgenes comerciales. 

 Negar el primero es negar una evidencia que explican con notable claridad plantas y animales. En el sitio donde vivo las horas de frío en invierno han bajado hasta a hacer que las plantas “hablen”. Entre otras cosas, unas brotan antes y otras, las que necesitan más frío, más tarde, peor, y con menos fruto. 

 Entre las primeras están los ciruelos - “Ano de ameixas, ano de queixas” -, otra vez el refranero sabio. Entre las segundas están los kiwis, que brotan más tarde y producen peor en variedades que necesitan horas de frío. Dado que este cultivo es de reciente implantación en nuestra comarca deberíamos pensar que el cambio está siendo rápido. 

 Solo son dos ejemplos entre muchos. 

 Y hace años aquí, al Baixo Miño, A Louriña y O Alto Minho, de Portugal, llegaban aves que ya no llegan y aparecen otras que no estuvieron en estos parajes jamás. En los inviernos miles de “aves frías” poblaban nuestros campos, cientos de becacinas,... Ahora llegan las cigüeñas y muchas otras que nos hacen, a los que amamos a los pájaros desde pequeñitos, “bajarnos” a los libros, y no tienen nombre en nuestro idioma. 

 Uno de los partidos que de repente ama a los agricultores niega el cambio climático. El otro es un poco como el señor Feijóo y Galicia. Unas veces nación sin estado y otras veces otra cosa. Otras, me figuro, qué dirá nacionalidad y región, como se pronuncia la constitución, son la misma cosa.  

 Para revitalizar la agricultura y querer que las personas quieran tener hijos labradores sería absolutamente necesario que los márgenes de los precios de los productos del campo estuvieran más cerca entre el precio de mercado y el de origen. Es absolutamente sabido por todos, incluidos los dos partidos que pretenden abanderar la justa lucha de los labradores. 

 Pero como los tractores empezaran a rodear a los culpables de esta situación leonina y casi propia de ladrones.., con dueños inmensamente ricos... 

 Dios mío, a qué velocidad perderían el apoyo de esos dos partidos políticos que hoy intentan aprovecharse. 

 En muchas cosas tienen razón los de los tractores, pero en el uso de los pesticidas, en el exceso de fertilizantes,.., creo que no. 

 Yo creo firmemente, basado en el conocimiento, que deben regularse,  porque nos va en ello la salud y la conservación del planeta, pero dudo mucho que quién no distingue muy bien lo que es metano y lo que es metanol pueda entender, por ejemplo, que al Mar Menor lo están matando los vertidos de nitratos. Sí en su partido por esto y otras cosas nadie dice no, tendremos que decírselo los que votamos con una papeleta que no tenga nada que ver con ellos. 

 Por otro lado en Galicia ellos y sus antecesores jamás pensaron en el campo y en quien lo trabaja; en la ganadería y en quien cuida los animales; y en el tercer plan de desarrollo López Rodó, que de ellos fue, sentó las bases para reducir la población campesina pero también, como buen tecnócrata, importándole un bledo el que muchos suelos de Galicia dejaran de cultivarse. 

 Quizás también confundió metano con metanol o se olvidó que en los minifundios también se producían alimentos y sobre todo que un país sin agricultura es un monstruo sin cabeza. 

 Y añado que si se pierde el oficio de agricultor probablemente algún día, en un momento dado, puede aparecer hasta una hambruna. 

 López Rodó tampoco sabía que un labrador es un sabio, aunque no tenga tractor y aparezca con un azadón al hombro, boina y rostro curtido por lluvias, soles y fríos.  

 Tampoco es de los que los suyos aprecian. En aquel tiempo nada, y ahora sólo un poquito, cuando les conviene.

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