10 de out. de 2022

OPINIÓN

LOS PUENTES DE MADISON


 Si al Camino de Santiago lo dejan sin el tramo, rompiéndolo, de Ponte de Febres a Ponte de Orbenlle, en Tui, O Porriño y Mos apenas habrá peregrinos. Porque para caminar entre casas, galpones y por asfalto, los caminantes ya tienen caminos en sus ciudades. 

 Si destrozan la belleza ¿Cuántos peregrinos perderá Tui?




Manuel Vázquez de la Cruz

 Los puentes de Madison es el título de una película que me encanta pero nunca creí que llegara en mi vida a unirla fraternalmente a mi aldea. Y escribo fraternalmente porque después de recorrer las riberas entre O Febres y O Louro e as súas dúas pontes, al llegar a casa la televisión proyectaba la película con el título del comienzo. Y sus puentes también fueron mis puentes.

 Y, que el lector me perdone, yo me hice un poco cineasta. Si fuera joven diría con mucha vocación ser de ese “oficio”, y deseé hacer una película de nuestros dos puentes y la ribera con un bosque que estos días empieza a cambiar el color de sus hojas, muestra troncos de múltiples formas, algunos “aforcados” por vides que nadie plantó, y cubren su suelo de hierbas de muchas especies y cada una que habla de la tierra en la que se enraíza, de lo que tiene y lo que le falta. Es la naturaleza en el sentido más enorme de la palabra porque es el conjunto de sol, agua, frío, calor, roca madre que es todo junto la madre tierra. Repito madre. Madre de todos los seres vivos que acoge. Madison queda muy lejos, nuestra historia muy cerca. Tan cerca que nosotros estamos dentro de ella. Algunos, no demasiados, amándola profundamente y otros, menos aún en cantidad, respetándola.

 En el museo de Louvre cuando llegué a aquella Francia desde la España cutre de los “gritos de rigor y por el imperio hacia Dios”, quedé pasmado ante un cuadro. Tan pasmado que no me di cuenta que sobre cincuenta personas a mí lado también lo estaban. El otro día en mi aldea entre puentes, en su bosque animado - todos los bosques lo son -, “no serán” (que palabra más hermosa que en gallego puede significar al empezar a ponerse el sol) de la tarde no me pasmé, simplemente me sentí parte del sol que se ponía, del pájaro que cantaba y de las hojas de los árboles que caían mansamente. Un creyente diría que lo que acontecía en aquel escenario era fruto de la divina providencia. Yo soñé que era la vida del sol que se iba para volver, de los pájaros cantando suavemente (y lo harían de otro modo en primavera), y que las hojas en el suelo continuarían haciendo la tierra como milenios atrás.

 Y pensé que eso estaba sucediendo de la misma forma en nuestra parte del mundo mientras en la otra parte, en el hemisferio sur, volvía poco a poco el resplandor en la hierba y a verdear y florecer los árboles.

 Y como un niño pequeño, que todos llevamos siempre dentro, soñé que en aquel lugar de mi aldea era todo más hermoso.

 Tuve entonces un arranque de rebeldía, incluso un cierto odio, contra los que quieren dejar a los ríos sin riberas y los puentes sin caminos entre amieiros, salgueiros, bidueiros, sobreiras y otros, y parte de unos y otros “aforcados” por vides que nadie plantó pero por lo menos en la comarca de O Alto Minho portugués y en la Emilia Romana italiana son unha forma de cultivo. En ambos sitios el hombre aprendió de la naturaleza.

 Y volví a pesar en los puentes de Orbenlle y Febres en cómo por allí se salió (en algunos casos huyendo de la muerte), se llegó, se amó y en las aguas que pasaban por debajo se reflejaron besos y abrazos.

 Señores concelleiros del ayuntamiento de Tui no rompan historias, ensueños, bellezas, vidas,…

 Nuestros puentes recorrieron el mundo en los corazones de muchos que no volvieron. Lo contaron algunos que aquí murieron. Ustedes no deben matar el escenario de la belleza, la historia, el recuerdo, la vida. Ustedes no pueden poner en ese lugar cemento, asfalto, ruido, acabar con centros emisores de oxígeno, estropear buenas tierras y pequeños riachuelos limpios que muy pomposamente denominaron “rutas del agua” desde ese Concello.

 En 1991 hice con Xose Ramón Pousa el Camino de Santiago. Di una charla en el centro de mayores sobre aquel viaje. Dije que la historia del camino es parte de la historia de Galicia y del mundo, del choque de religiones, de la tradición de caminantes, de enseñar nuestras bellezas como el puente de Orbenlle…

 Alguien dijo entonces, con tono no muy bueno, que de la “historia no se vive” y rió su propio dicho muy ufano, muy orgulloso,…

 Por los bosques de los que he escrito pasan hoy caminantes que crean riqueza y dan vida. Los árboles que nos acogen son vida, dan oxigeno y quizás muy pronto, qué pena, hasta sean agentes económicos.

 Señores concejales, escuchen “ao vento que zoa” y la gente de bien que les habla.

 Yo casi se lo pido desde el futuro. Ese futuro muy incierto y lleno de peligros, tanto que a lo mejor habrá que volver al bosque, a la agricultura, a la ganadería…(y ya deberíamos estar aprendiendo que no se debe olvidar nunca).

 La cosa no será mala del todo si no se destruyen los bosques y los suelos capaces de dar energía y alimento.

 Lo último señores es nuestra gran nevera como antes era “artesa”. Construyan pero no destruyan lo que algún día puede dar de comer.

 Nota: Por supuesto en mi aldea no está la Gioconda ni los puentes de Madison pero hay mucha belleza rodeándola que quieren destruir. De pronto recuerdo otra película “Doce hombres sin piedad”. Entre los doce había uno que tenía raciocinio y convenció a los otros. Y todo hicieron lo justo.

 En memoria de mi amigo Millán Bravo Lozano, que dedicó gran parte de su vida a los caminos históricos - no los inventados - a Santiago.

 Gracias por tus enseñanzas, Millán.

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