¡Levantamiento antirracista en EEUU! ¡Justicia para George Floyd!
El 25 de mayo, George Floyd, un trabajador afroestadounidense de
46 años, fue asfixiado por un policía racista en la vía pública de Minneapolis,
mientras otros efectivos mantenían a raya a un grupo de personas que intentaban
detener la agresión. Varios videos del arresto evidenciaron que no estaba
armado ni opuso resistencia al arresto arbitrario y racista. Luego de ser
esposado, los esbirros racistas lo lanzaron al suelo y el policía Derek Chauvin
lo asfixió durante diez minutos, presionando el cuello de Floyd contra el
asfalto con su rodilla, incluso después de que perdiera el conocimiento. El
crimen fue filmado por los transeúntes y llenó de indignación a millones en
todo el mundo. El grito de “no puedo respirar” fue retomado por los miles de
manifestantes en los próximos días.
Grandes manifestaciones han estallado por todo el país con la
consigna de “Si no hay justicia no habrá paz” (No justice, no peace),
recordando los levantamientos antirracistas de Ferguson y Baltimore en 2014 y
2015. Desafiando a los represores y la pandemia, las multitudes han tomado las
calles de Minneapolis primero y luego muchas de las principales ciudades del
país. La casa del asesino Chauvin fue rodeada por manifestantes hasta que la
Guardia Nacional arremetió contra ellos. El local policial al que se presume se
encontraban asignados los asesinos de Floyd fue incendiado el jueves. También
hubo grandes saqueos.
Más allá del posible rol de los provocadores policiales en algunas
de las acciones, el ataque a los símbolos de la represión ha generado un gran
impacto y la movilización se ha extendido al resto del país. En Louisville,
donde la joven Breonna Taylor fue asesinada recientemente por policías
racistas, ha habido grandes protestas y se reportan siete heridos de bala en la
represión. Se ha evidenciado un patrón de ataques a la prensa por parte de la
policía, con detenciones como el del periodista negro Omar Jiménez de CNN en
Minneapolis, así como disparos contra camarógrafos y otras agresiones en varias
ciudades.
El viernes 29 se concentraron centenares de manifestantes frente a
la Casa Blanca, donde se encontraba Trump, desafiando el toque de queda.
Pancartas con consignas como “Ojo por ojo” reflejan el espíritu radicalizado de
la juventud luchadora en Nueva York, Los Angeles, Chicago, Phoenix, Oakland,
Houston, Atlanta, Detroit, Las Vegas, San José y Memphis. En la pequeña ciudad
de Petal, en Mississippi, el alcalde hizo apología del asesinato de Floyd y
centenares de personas se movilizaron por su renuncia. Hay resistencia obrera a
la represión: en Minneapolis choferes de autobuses empleados para transportar a
los antimotines se negaron a hacerlo, lo mismo ocurrió en Brooklyn. Es
importante exigir a los sindicatos tomar medidas a nivel nacional en
solidaridad con la lucha antirracista. Si los burócratas se niegan hay que
barrerlos.
El derechista Trump llama a tirotear a los manifestantes
La primera reacción de Trump fue cautelosa, solidarizándose con la
familia de Floyd y asegurando que una investigación federal proporcionaría
justicia. Pero ante el crecimiento de la lucha popular, sus convicciones
fascistas salieron a relucir. La madrugada del 29 de mayo en la madrugada
tuiteó calificando de “matones” (thugs) a quienes protestan, amenazó con la
militarización para imponer el “orden” e incluso citó una frase del jefe
policial racista Walter Headley de Miami, quien en 1967 dijo que “cuando se
inician los saqueos, se inician los tiroteos”, una clara incitación a usar la
violencia militar y paramilitar contra las protestas.
El presidente no solo da luz verde a los métodos brutales de los
cuerpos represivos, también envía la señal a los grupos paramilitares neonazis
y supremacistas blancos. Ya un atacante desconocido hirió de bala a un
manifestante en Minnesota y se registró al menos un arrollamiento en Denver. Es
notorio el contraste entre el trato brindado por los cuerpos represivos a las
manifestaciones antirracistas, atacadas violentamente, y la protección brindada
a las movilizaciones armadas de los grupos racistas de extrema derecha, que han
tomado edificios gubernamentales protestando contra las medidas de
distanciamiento social en el marco de la pandemia.
El mensaje de incitación a los tiroteos por parte de Trump ha sido
criticado por algunos demócratas y la red social Twitter redujo parcialmente su
visibilidad, una sanción que irritó al presidente racista, quien ya ha
emprendido iniciativas legales para regular las redes. Pero un factor que
impide que se profundice una crisis en la clase dominante es el rol de los
demócratas al servicio de la represión y el orden.
Los demócratas, el componente liberal del partido del orden
El gobernador demócrata de Minnesota declaró emergencia para
autorizar el despliegue de la Guardia Nacional y la noche del jueves ya se
habían desplegado 500 militares. Trump arremetió contra los demócratas, a los
que acusa de ser “radicales de izquierda” y amenazó con militarizar más
extensamente el estado. El alcalde de Minneapolis, también demócrata,
igualmente solicitó el despliegue de la Guardia Nacional. Sobrepasados por la
movilización, han aplicado un toque de queda, con poca o ninguna efectividad.
El expresidente Obama se pronunció solicitando una investigación
pero se negó a calificar como asesinato la muerte de Floyd. Concluyó su mensaje
felicitando a “la mayoría de los hombres y mujeres” de los cuerpos policiales
que “se enorgullecen de realizar su duro trabajo de manera correcta”. Se cuidó
escrupulosamente de usar la palabra “racismo” y ensalzó a los represores. El ex
precandidato socialdemócrata, Sanders, sí criticó el racismo sistemático y la
violencia policial contra las personas negras y exigió el arresto de todos los
policías involucrados en el asesinato. Exigió que en el futuro sean
investigadas todas las muertes bajo custodia policial y criticó a Trump por
incitar a la policía a realizar tiroteos. Pero no llamó a movilizar ni se
solidarizó con las movilizaciones en curso.
El virtual candidato presidencial demócrata, Joe Biden, emitió un
extenso comunicado criticando el racismo y llamando a la calma, sin emplear la
palabra asesinato. Amy Klobuchar lucía como probable compañera de fórmula de
Biden, pero ha sido desenmascarada por la crisis. Ya era repudiada por las
comunidades afroestadounidenses por su complicidad con la policía racista en
Minnesota durante los años en que se desempeñó como fiscal. Luego del asesinato
de Floyd se ha difundido ampliamente su rol en el encubrimiento de la
brutalidad policial en Minneapolis.
El gobernador de Nueva York, el demócrata Cuomo, quien viene
antagonizando con Trump por la respuesta ante la pandemia, ha dicho que apoya a
los manifestantes mientras condena “los incendios y robos”. Pura demagogia y
doble discurso: la policía de su estado, que es tan racista como las demás, se
ha encargado de reprimir las protestas con la misma violencia.
EEUU: un Estado racista
Este atroz crimen vuelve a poner sobre el tapete el carácter
racista del régimen de la mayor potencia capitalista e imperialista del mundo,
así como su muy limitada democracia burguesa. EEUU se levantó como potencia
sobre la base de cientos de años de esclavismo y mantuvo leyes de segregación
racista parecidas a las del apartheid hasta la década de 1960. Varios estados
aplican políticas diseñadas a negar el derecho al voto a la población negra.
Hasta el año 2000 el matrimonio interracial fue ilegal en el estado de Alabama.
Un tercio de los niños negros viven en la pobreza, el ingreso per cápita de los
negros es diez veces menor que el de los blancos. El 27% de los negros viven
por debajo de la línea de pobreza. El desempleo, de más del 10% en la población
negra, es más del doble que entre los blancos. Un estudio de 2017 mostraba que
un tercio de los más de dos millones de presos en EEUU son negros. Hay
proporcionalmente seis veces más presos negros que blancos y el doble que los
latinos. La probabilidad de que un hombre negro de bajos ingresos sea
encarcelado en algún momento de su vida es mayor al 50%. Las condenas por
consumo de drogas son 6 veces más frecuentes contra negros que contra blancos,
aunque la tasa de consumo es igual en ambos grupos. En 2016 la tasa de
asesinatos a manos de los cuerpos represivos fue de 10,13 por millón entre la
población indígena, 6,6 por millón entre los negros, 3,23 entre los latinos,
2,9 entre los blancos.
Grupos racistas como el KKK realizaron miles de linchamientos
contra personas negras entre fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo
XX. En el período de posguerra se aplicaron políticas de terrorismo de Estado
con criterios racistas. El programa del FBI llamado Cointelpro tuvo como su
prioridad la destrucción de las organizaciones del movimiento indígena y de las
comunidades negras, mediante la infiltración, la criminalización y la
eliminación física. El luchador antirracista Malcom X fue asesinado por
traidores del movimiento al servicio del FBI. El preso político más antiguo del
país es el dirigente indígena sioux Leonard Peltier, preso desde hace 44 años.
Uno de los despliegues más impresionantes de violencia racista fue el bombardeo
el 13 de mayo de 1985, por parte de la policía de Filadelfia, de un barrio
negro. Sesenta viviendas fueron destruidas y once personas murieron. El ataque,
con características bélicas, estaba dirigido contra la organización negra MOVE.
La violencia racista policial al amparo de la impunidad. Los
paramilitares racistas que recientemente asesinaron a Amaud Arbery en Georgia
solo fueron acusados porque filmaron el asesinato y la denuncia se generalizó.
Ningún policía fue acusado por el asesinato reciente de Breonna Taylor en
Kentucky. Cuando Eric Garner fue estrangulado en 2014 por policías racistas en
Nueva York, ningún agente fue enjuiciado, tampoco por el asesinato de Michael
Brown en Ferguson el mismo año.
El policía racista Chauvin, asesino de Floyd, fue detenido luego
de tres días de intensas protestas a nivel nacional. Fue algo tan excepcional,
arrancado por la movilización popular, que los fiscales afirmaron que era la
acusación más rápida que se ha realizado contra un policía. Pero es una
excepción que confirma la regla: apenas se le acusa de homicidio en tercer
grado, es decir “no intencional”. Mientras tanto, los medios burgueses se
abstienen de usar la palabra “asesinato”.
¡Solidaridad internacional antirracista!
El racismo es una lacra inherente al capitalismo, desde su
nacimiento. El tráfico de esclavos fue uno de los mecanismos de la acumulación
originaria. La ideología de la diferenciación pseudobiológica racial surge en
ese proceso de genocidio y explotación esclavista. En el marco de las
relaciones de explotación capitalista el odio racista es propugnado por las
burguesías para dividir a la clase trabajadora y perpetuar la superexplotación
de los sectores más marginados y oprimidos, los negros, indígenas e
inmigrantes.
La pandemia del Covid19 ha demostrado que los efectos destructivos
del capitalismo tienen una dimensión mundial y de ahí la necesidad de una
respuesta de lucha global por parte de la clase trabajadora. El levantamiento
antirracista en EEUU merece la solidaridad de los revolucionarios del mundo.
Junto a las protestas en Chile, El Líbano e Irak, es parte del reavivamiento de
la lucha de clases luego del impacto de la pandemia. En EEUU el racismo
estructural también se ha reflejado en el hecho de que la población negra y
latina ha sido castigada mucho más duramente en términos proporcionales. Ello
ha abonado a la situación generalizada de descontento que se ha desbordado por
el vil asesinato racista de George Floyd.
Llamemos a los dirigentes de los sindicatos de EEUU a romper su
complicidad con el gobierno represor de Trump y convocar huelgas para doblarle
el brazo a los racistas. Que los sindicatos de empleados públicos se nieguen a
defender a policías que repriman a trabajadores, ataquen a las comunidades
populares o cometan crímenes racistas. Emplacemos a los miembros de la Guardia
Nacional a que rompan la disciplina y no repriman. Exijamos justicia para
George Floyd, que se realice una investigación independiente y se imponga una
pena ejemplarizante para los policías asesinos. Al calor de la lucha es
necesario construir también las organizaciones sociales y políticas de
izquierda independiente que den continuidad a la lucha hasta derrotar al
gobierno de Trump y su política reaccionaria y racista al servicio de las
multinacionales y del sistema capitalista-imperialista.
Llamamos a hacer actos unitarios de protesta frente a las
embajadas y consulados de EEUU para expresar nuestro apoyo a la juventud
aguerrida negra y latina que desde las entrañas de la mayor potencia
imperialista resisten contra la opresión racista y cada vez más cuestionan la
desigualdad y la explotación capitalista. Tomemos el impulso que la lucha en
EEUU da a la causa antirracista para denunciar y combatir las expresiones de
violencia y opresión racista en nuestros propios países.
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta
Internacional (UIT-CI)
30 de mayo de 2020
Ningún comentario:
Publicar un comentario