6 de set. de 2022

OPINIÓN

Hei d'ir a tua seitura,  

hei d'ir a tua segada,  

hei d'ir a tua seitura,  

que a miña vaiche acabada.


(Canción popular gallega)


FEIJÓO DEJA, POR LO MENOS, UN MONSTRUO SIN CABEZA




Manuel Vázquez de la Cruz

 Se han perdido setecientas mil hectáreas (ha) de cereal y puede faltar el pan. Los cereales tienen un precio desmesurado…

 Ahora es realidad lo que hasta ahora se podía ver muy bien lo que podía pasar y pasó. No hacía falta ser un experto, bastaba con ver como los campos se dejaban a monte, en los prados se plantaban eucaliptos y las aldeas se vaciaban.

 De la tierra para quien la trabaje se pasó a "que abandonen la tierra de cereal, lo hacen más barato en Ucrania o Rusia. Que dejen de cultivar maíz en los Estados Unidos de América del Norte lo consiguen muy barato y con dumping", y aquí con las alubias sembradas entre el maíz, es muy bonito, muy agronómico. Las habichuelas dan eso y fijan el nitrógeno, el maíz se presta a ser tutor. Precioso claro, pero caro. Económicamente es una equivocación. Y nosotros somos búnkers modernísimos. Nuestra es la ley, la del mercado. La sacrosanta.

 Nuestro pensamiento es muy católico, apostólico y romano: ‘A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga’.

 Y contra las crisis económicas, que son propias del sistema, que se jodan los que menos tienen. Como ha sido siempre.

 Que ya no hay pastoreo y los montes se secan y arden. Solo es una vez cada cierto tiempo. No se van a quemar las cosas todos los años. Si mueren algunos al apagarlo…"gajes de oficio".

 Mis amigos lectores, después de todo todo lo anterior el que habló o los que les hablaban suelen lanzar una enorme carcajada. Se ríe o ríen de nosotros, de los que gritamos muchas veces que un país sin agricultura es un monstruo sin cabeza, que si se pierde el oficio de agricultor muchos habitantes de esa parte del mundo pueden pasarlo muy mal, que los países sin ordenación del territorio pueden llegar a ser una catástrofe para el hombre y el medio ambiente.

 Ustedes quizás no los escuchen pero yo vuelvo a oír sus carcajadas. O como reina el silencio.

 Eso fue Feijóo en Galicia. “Silencio en la noche, todo está en calma, la misión (nosotros, muy imbéciles) descansa”. Y así en silencio y en los Cerros de Úbeda, mientras ganaba las elecciones, o no se enteraba o se carcajeaba con lo que estaba pasando. Puede que no se diera cuenta o que se diera demasiada.

 Dirán que era inevitable. Si es así ¿para qué los queremos a ellos y para que les pagamos? Si es inevitable tomar medidas para que no se abandonen cultivos y la tierra, que costó años hacer, no se pierda ¿para qué sirve la política?

 Uno de campo intenta saber un poco. Es su profesión y cree que no tiene sentido que cuando las semillas de centeno son mejores que nunca, la maquinaria ídem de ídem, el desbroce de los montes más fáciles, las recolecciones y majas a un tiempo, los gobiernos no pueden promover la siembra de un cereal que ha sido nuestro alimento durante milenios y sí que se planten eucaliptos. La política no está al servicio de los gallegos sino de otra cosa.

 Señor Feijóo, se han perdido 700.000 ha de cereal. Lo dice el Faro de Vigo en primera página este domingo cuatro de septiembre. Quizás diga más en páginas interiores.

 Me permito preguntar:

 ¿Cuántas de patatas? ¿Cuántas de maíz? ¿Cuántas de alubias ¿Cuántas de nabos? ¿Cuántas de arbóreas autóctonos o caducifolias? ¿Cuántas vacas de carne o leche hay menos en Galicia que cuándo usted llegó? ¿Cuántas ovejas? ¿Cuántas cabras?

 Ese último, “el animal maldito”, como lo bautizó un señor muy de ustedes, puede representar una gran riqueza y haría una gran labor en nuestros montes contra los incendios. Pero claro, ustedes en lugar de fomentar los cierres en el campo y la ganadería extensiva fomentaron la eucaliptización, la estabulación permanente del ganado, las macrogranjas y la contaminación…

 Eucaliptos, porque el papel es la moneda y la moneda manda. Los señores que plantan esta especie nunca fueron agricultores y no quieren a la tierra. Esos son los suyos. Pero comen.

 ¿Cuál es la disminución de las aguas que bajan de los montes?

 ¿Qué contaminación deja usted en nuestros ríos?

 Y…con todo esto cree usted que Galicia, mi tierra, va bien, queda bien o es un desastre que alberga un inmenso eucaliptal.

 ¿Cuántas ha hay más de eucaliptos?

 Señor Feijóo, perdóneme…¿es usted muy amigo de los eucaliptos o de los dueños de los eucaliptales o los fabricantes de papel son muy amigos de usted?

 Ha dejado alguno de estos quereres en herencia al señor Rueda.

 No lo sé, pero si sé que gracias a usted Galicia no tiene agricultura, ni ganadería, ni bosque con madera de calidad.

 Tuvo usted votos, ganó y repitió. El alcalde de Ourense también tuvo votos. Usted y él son muy parecidos en hablar y no decir nada.

 Por supuesto…mucho menos hacer.

 ¿Qué coño ha hecho con la agricultura de Galicia en los años que ha gobernado?

 La guerra de Ucrania a quien ha dejado con el culo al aire es usted y a los eternos ignorantes de lo que podía pasar o quizás sabiéndolo manejaron a su antojo el SILENCIO.

 En el silencio, más usted que el alcalde de Ourense, pero en los dichos hasta ese señor, que habla mucho más que usted, y le debe a su excelencia el puesto, dice con más palabras las mismas vaguedades.

 Una cosa sí hizo usted. Se lo reconozco. Había tres cajas de ahorro y usted las unió para crear un Banco. ¿Era su amigo el dueño? ¿Ha sido necesario unir las tres cajas o no habría otras soluciones mejores que las que se tomó para la ciudadanía y la Galicia rural?.

 No, todo hay que decirlo, en este caso no fue todo tan claro como el comprador de Barreras, que recomendó usted, y está en la cárcel.

 Pero sobre todo, señor Feijóo, ya no hay cereal que segar en las montañas donde a los campos de centeno les llamaban “de Pan.”

 Ahora en los campos de ese alimento suenan cañones, caen obuses, mueren hombres, mujeres y niños.

 Y, a mi entender, en las causas hay muchos silencios.


En memoria del señor Lisardo Doval, emigrante en Cuba, y que sabía las canciones preciosas de la seitura. Era un hombre bueno, de Xocín (Ourense), admirador de Clara Campoamor.

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