Manuel Vázquez de la Cruz
Uno no sabe si el mundo está cerca de una enorme guerra de exterminio peor que la del siglo pasado, pero lo teme, porque están pasando cosas muy parecidas al inicio de aquel conflicto.
Cuando el presidente de una poderosa nación, aparentemente no muy normal el personaje, utiliza el ejército del llamado Pueblo Elegido de Dios para expulsar habitantes de un territorio, en el que llevaban siglos, y montar en ese lugar urbanizaciones de lujo, eso dice, algo duele en el alma de la parte buena de la humanidad. Muchos pensamos que en este momento parece que vivimos en un planeta en el que todo vale, y un delincuente, demonio o dios, con espada de fuego, puede expulsarnos de nuestra tierra como está haciendo en Palestina. Para una parte de la población del planeta, Trump es dios y Elon Musk su mesías. Los dos, y sus seguidores, proclaman que quieren una Europa cristiana y sin emigrantes.
Una vez más en la historia todo es mentira y ellos además mentirosos, son especialistas en utilizar sentimientos. Serían igual de hijos de puta (no digo fruta por mi profesión, ni insulto a las prostitutas, sino a ellos) si lo hicieran por el cristianismo pero la religión solo les sirve para acercarse a los fanáticos. Los seguidores de Jesús de Nazaret deberían echarlos de su templo pero.., como los utilizan cuando los necesitan son los abogados cristianos de todos los días pleiteando contra todo lo que no les gusta a ellos y de paso buscando sabe Dios qué. Esos que ahora callan ante el genocidio de un pueblo que adora a su mismo Supremo Creador. Unos tienen la Biblia y otros el Corán. Los del Nuevo Testamento están en el medio.
RECORDAR ENSEÑA A VER...
Los recuerdos llegan muchas veces con sucesos extraños de lugares lejanos y llevan a la añoranza de otros sentimientos que fueron gozosos, pero pueden retornar con inmensas tristezas y miedos. En eso ando yo.
Los que tenemos vocación de aldeanos, por serlo volvemos al lugar donde descubrimos los paisajes mas hermosos de la vida que no hemos olvidado nunca y no los cambiaríamos por ningún otro. Volvemos porque también somos tierra.
Hoy, cuando los que se creen dioses intentan hacer desaparecer al pueblo y también su tierra, cuando sionistas y nazis imperialistas de América, quieren borrar del mapa a Palestina y expulsar a sus habitantes, yo he vuelto a mi aldea.
Como otras veces he recorrido sus caminos y sentido su tierra, su sol y su niebla. Y todo me llevó a Palestina, a la adolescencia y a la rebelión contra la inhumanidad.
Y después de muchos años, recordé a mis amigos de Nazaret, a mis amigas de Tel Aviv, que eran semitas como los judíos y tenían a sus maridos en la cárcel porque eran también palestinas. Una era enfermera y otra costurera.
Ambas supieron que yo quería ser de los suyos y que como mucha gente y muchos judíos, defendíamos un Estado Palestino. Hace poco me dijeron que ambas habían muerto en un bombardeo. Quizás nunca llegue a saber la verdad. Ojalá no sea cierto.
Estuve en el pueblo de la costurera, era un taller de varias mujeres. Ninguna llevaba velo y todas eran guapas, con pelo negro precioso. Entre puntada y puntada sonreían y contaban cómo me habían conocido. Yo las entendía por sus gestos sobre todo cuando explicaban como cinco militares israelitas nos habían encañonado a mi y a un compañero de trabajo y yo había gritado I am spanish, una y otra vez y se me notaba el miedo.
Los dos somos muy morenos y parecemos palestinos.
En aquella casa del pueblo árabe de Israel sólo faltaba la parra para volver a mi aldea, a una prima que quise mucho y aún sin viña volví. Y reviví las escenas. Los pensamientos en los recuerdos del pasado también son un pañuelo.
Semitas, que son los judíos y los palestinos y adoran al mismo Dios, pueden ser un mucho también muy parecidos a los “mil razas”, como somos los de mi aldea, a cuya tierra que uno quiere, abraza y abrazará siempre. Lo mismo que la tierra palestina, de donde están echando a sus habitantes desde hace años, abraza a los suyos.
Yo me siento palestino. Si el orden que quieren Elon y Tramp se normaliza y hace ley, ningún pueblo pequeño del mundo puede estar seguro en la tierra que le vio nacer. Ni en ningún lado. El mundo solo tendrá una ley: la que dicte un payaso y su mesías, un delincuente y su cerebro de poder. Por eso yo, hoy soy palestino.
Por eso hoy toda la humanidad, CON HUMANIDAD, debería sentirse PALESTINA.
(Continuará)
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