27 de xul. de 2025

OPINIÓN

INDIGNADO 




Manuel Vázquez de la Cruz

 Pienso, después de ver niños palestinos morir de hambre, que no merece la pena ser la parte, la pequeñísima parte, que llora. 

 Pero entre maldición y maldición (si fuera creyente estaría entre blasfemia y blasfemia), seguiré llorando a lágrima viva.

 Sionistas, nazis, Trump, Feijóo, Abascal,..., y toda esa tropa de mala gente ni siquiera condena al estado israelí. 

 Si existiera el Dios de su Biblia ya hace tiempo que serían estatuas de sal. 

 Yo los llamaría cerdos pero insultaría a este animal y todos los animales del mundo, incluso los tigres que llaman matahombres, porque son todos mejores que esta gentuza.

 Y esos otros, esos que se dicen cristianos y se horrorizan porque un zigoto sea interrumpido en su desarrollo, son quizás hasta felices, por lo menos ni critican, viendo en directo el asesinato frío y calculado de niños. La gente buena sólo puede llorar.

 Hace minutos un chavaliño ha aparecido en TV muriéndose de hambre; y un niño escuálido al que yo no puedo dar nada, ni siquiera un abrazo. Lo hacía su madre en llanto. Yo lloro con ella y espero que algún día alguno de los anteriores o sus aliados, pasen a mi lado para poder escupirles con toda la fuerza que albergue mi cuerpo en su hipócrita y miserable cara.

 ¿Estoy pecando de odio? Puede que si lo parezca. Sí estoy sintiendo un odio inmenso al odio, a la maldad y hasta a la tierra prometida de los cojones. Si alguien no siente odio viendo miles de niños asesinados es que no tiene humanidad.

 Estoy odiando pero no estoy pecando ni siquiera laicamente.

 Estoy siguiendo aquella recomendación que predicaba Jesús de Nazaret: amaros los unos a los otros. Abogados cristianos aparte porque no son de El Nazareno, son sólo negociantes de pequeñeces.

 La humanidad de esta gentuza se está haciendo con los feijóos, las ayusos, aznares y muchos sin bondad, en España y en el mundo, lo que no debe ser humanidad y en esto está pasando a ser la nada absoluta, sin la mínima bondad en sus corazones y parece que son, y están hechos, a imagen y semejanza de los que se creen superhombres o de la raza elegida por Dios. 

 Unos y otros son lo mismo. Superhombres y elegidos: unos hijos de mala madre, inspirados en la biblia o “Mi lucha” de Hitler, que también desearía escribir Trump. Mala gente que apesta a la tierra y mata niños que al morir tienen los ojos inmensos como pidiendo seguir viviendo. Claro que lloro, coño, lloro. Me hice muy mayor pero lloro como un niño por los miles de niños vilmente asesinados.

 Son los míos.

 Y la indiferencia con los que sufren es también ser parte del crimen. 

 De amarse los unos a los otros no queda ni el dicho en esta gentuza,

 Y ellos, los llenos de maldad, son los que mandan. Mandan que a cañonazos y hambre que se acabe con todo un pueblo. Son, que conste, también matarifes los indiferentes y los que justifican la matanza; y son todos asesinos y genocidas. Aunque formen parte de la humanidad, no son humanidad.

 Que los parta un rayo a todos y creeré que la naturaleza es sabia.

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