RECORDAR PARA QUE NO VUELVA A PASAR (III)
Manuel Vázquez de la Cruz
En la transición la camisa azul sólo se destiñó.
Los partidos de izquierdas, que son más míos, deberían hacer más pedagogía. Yo creo que instruir es mejor que buscar el voto, y la mejor forma de obtenerlo.
Por lo mismo hace mucha falta que Ana Pontón se pronuncie sobre los dos concejales de Lugo. Su silencio duele, hace daño y da pena. Y debería restarle votos para que supiera que las enemistades personales no deben llevarse a la política. Los dos concejales de Lugo no saben ser ni siquiera solidarios con quien lo merece con creces. No tienen visión de conjunto y no vivieron momentos en los que la solidaridad de los demócratas era norma. Son independientes de la nada.
Su nacionalismo es reaccionario y egoísta. No debían tener sitio en el BNG si el BNG no es eso.
Hasta el momento parece que la cúpula de su partido no lo ha entendido. ¿Por qué esos dos concejales del BNG votaron contra una figura como don Xesús Alonso Montero?
No lo explican.
Lo que han hecho ellos también lo harían, sin ninguna duda, los de Vox, algunos del PP y todos los del Alvise.
Y a mi me queda la duda de si el silencio de Ana Pontón es parecido al silencio de Feijóo con Mazón, quizás mandado por Aznar o Ayuso.
¿Quién manda - si alguien lo hace -, en Ana Pontón, o es parecido a Aznar o Ayuso.
Mal, muy mal, el hecho de los que lo hicieron, y casi peor el silencio de Ana Pontón.
Yo no volví a vestir aquella camisa, de la que jamás me sentí algo, que aquel hombre llevaba debajo de una chaqueta blanca, porque percibí que su color azul “claro, neto y proletario”, decían ellos que representaba (hay que joderse con lo de proletarios parecidos a Abascal, que había en mi ciudad y alrededores, toda España y parte de África) porque además de ser una serie de palabras ridículas, era para delincuentes, y ni por jugar al pimpón merecía la pena ponérsela. Era parte del uniforme de una gentuza. Con el tiempo supe más y más, y sentí una enorme vergüenza.
Ellos aún siguieron muchos años con ella y sólo se la quitaron de su cuerpo en la transición, pero no del interior de su cabeza. Muy hitlerianos y mussolinianos fueron, y son. Como lo era Franco de Mussolini, que era muy amigo don José Calvo Sotelo, el hombre que nació en Tui y tiene en esta ciudad un monumento. Y que, según he leído, compró aviones al dictador italiano antes de aquel maldito 18 de julio, para cuando hubiera el levantamiento. Infelizmente don José fue asesinado. Lo asesinó un guardia civil, natural de Vigo y al que días antes le habían asesinado a su amigo, el teniente Castillo, republicano y de la guardia de asalto. Castillo fue una víctima más de los encargados - algunas veces pagados -, de crear terror, como estrategia para provocar un levantamiento armado. El que escribe, y no por quedar bien, siente pena, ahora mismo, por los dos. Y rabia de que en aquel momento para vengarse de la gente que había ganado unas elecciones en España, la derecha se hiciera amiga de nazis, fascistas, señoritos de puño y pistola, para derribar el gobierno legítimo. Y empezaron a hacerlo incluso antes de abandonar el gobierno. Como no pudieron de forma inmediata, prepararon el golpe de estado.
Poco después los cuatro jinetes del apocalipsis cabalgaron por esta España nuestra.
"(...) Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón".
Ideologías aparte, matar es miserable siempre. Pero defender la legalidad cuando una parte del ejército se rebela contra un régimen legalmente constituido y con elecciones muy recientes, será siempre una tarea noble.
Así lo entendieron muchos, incluso militares, que fueron fusilados. El 17 de julio hacían matar a Gabriel Leré, militar e ingeniero. La historia de este hombre, su mujer y sus dos hijas, es tremenda, horrorosa y reveladora de la saña de los rebelados. No solo lo hicieron para derribar al gobierno. Lo suyo era matar sin piedad para que nunca más nadie intentara arrancarle, aunque fuera votando, su España. Esto parece, muchas veces, que el señor Feijóo sigue creyéndoselo. Ellos lo hicieron desde el primer día en que perdieron las elecciones. Don Alberto, poniendo cara de mármol, parece que opina lo mismo, pero lo suyo, hasta ahora, sólo son gritos, malas caras y bastantes mentiras.
(Continuará)
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