12 de dec. de 2023

OPINIÓN

UNA LEJANA LECCIÓN EN EL PRESENTE  

 


Manuel Vázquez de la Cruz

 Se llamaba Jesús y hablaba pausadamente. Él ya era mayor y yo un adolescente. Lo conocí aquel día ya muy lejano y supe que era emigrante en Brasil, que venía muchas veces a la aldea y que su mujer se llamaba Argentina. Lo encontré en un taller de zapatería y hablamos un buen rato. Las tabernas, las zapaterías y las barberías eran entonces lugares de tertulia. En aquella había unas fotografías de mujeres muy guapas, pero muy vestidas, los desnudos aún no habían llegado (aunque lo hicieron en las zapaterías de mi aldea antes que en el cine). En aquellos lugares había, al parecer, menos censura.  El señor Jesús me habló como si yo fuera una persona mayor y yo me sentí así y quise aparentarlo. Quizás lo conseguí. En aquel momento era muy cristiano y admirador de Jesús de Nazaret del que sigo siendo. Hablamos de religiones, de la vida y de muchas historias. El no tenía prisa, el zapatero seguía trabajando pero atento a lo que hablábamos y yo me sentía importante hablando con aquel hombre que sabía tanto. Las conversaciones en la zapatería eran siempre muy verdes. Y sin problema porque el sexo en la aldea era algo normal y diario. Y tampoco era duro. Ni falta que hacía. También se hablaba de eso, como del fútbol, de los nidos de pájaros y de la música. El zapatero era muy polifacético. Arreglaba zapatos y tocaba la gaita. Y decían que en cuestiones de sexo era una autoridad. Aquella tarde no. Aquella tarde en el taller, con figuras colgadas, en una parte de mujeres, digamos casi, no del todo, insinuantes, y otra de imágenes religiosas con vírgenes y santos, que colgaba la madre de zapatero.   

 Aquel día, del señor Jesús aprendí por primera vez que había religiones de “El Libro” que tenían el mismo Dios, que había otras que solo eran una forma de vivir y que también había gente que no creía en nada pero amaba a la humanidad como Jesús de Nazaret.  Y al final, cuando ya me iba, me dijo que en todas las creencias y no creencias, podía haber gente muy buena pero que él jamás entendería que gentes con el mismo dios se mataran en nombre de Dios. Yo, honradamente, tampoco entendí aquel día que el Ser Supremo no hiciera nada para evitarlo. Muchos años después supe de talibanes, sionistas y nazis (íntimos de Pio XII y dicen que correligionario) y sus distintas sectas que ensangrentaron la historia. Y siguen. Ahora mismo, en este instante quizás alguna amiga palestina ha muerto con su niño de teta en brazos.  

 Ando con Palestina donde se está cometiendo un genocidio inmenso con sus habitantes, desde siempre, y que estos días están en los corazones de las personas que siguen un poco, aunque solo sea un poco, el sermón de la montaña. Con Palestina... Duele el alma al sentir la indiferencia de la gente, el apoyo a la masacre de otra que hablaba hace muy poco de conspiración judeo-masónica y ahora desprecia el sufrimiento de todo un pueblo. Y nos llaman terroristas a los que odiamos la violencia desde siempre. Incluso cuando ellos gritaban “Viva la Muerte” seguido de un “Viva Cristo Rey”, gritos que podrían utilizar hoy los sionistas, no el pueblo judío, aniquilando a todo lo que huela a palestino que tienen el mismo dios que ellos, pero ellos, según proclaman, son del pueblo elegido por ese Dios. Y otros, también de la misma deidad, no condenan la acción porque “el dinero está por encima de Dios”, que muchas veces dan votos, y a ellos también a lo largo de la historia los persiguieron sin piedad, ustedes perdonen la palabra, por puto dinero. ¿Bendecirá Dios desde lo alto, repito yo, lo enseñado de lo ALTO, TODAS LAS MATANZAS...?  Si pudiera parar aunque lo hiciera con renglones torcidos, esa matanza vengativa de millones de ojos por un ojo, millares de dientes por un diente y digo millones y millares porque me gustaría saber, para increpar, cuantos millones o millares de dólares le cuesta al también católico y con el mismo dios, presidente de USA y los mandamases del mundo civilizado occidental, un misil para matar a un niño que está mamando del pecho de su madre y los asesinan desde lejos impunemente, cobardemente, tecnológicamente...  ¿Cuánto, repito, gastaron en ese misil para matar a un niño y a su madre? No hay un mundo civilizado occidental. Hay en el caso que nos ocupa, y siempre, otra vez la gran lección que recibí en la adolescencia de un hombre de mi aldea emigrado en Brasil. Y la lección, que él no quiso darme ni mucho menos, tuvo toda la elocuencia de la cercanía y, a pesar de las diferentes edades, con un respeto de iguales. Y sigo preguntando. ¿Cuántos millones costó el misil que mató al poeta que escribió, el mismo día que lo asesinaron, un poema a la esperanza, a la paz y a un cometa que quiso que pareciera un ángel y recordara a su padre en llamas? Mucho, muchísimo seguro, pero ni Netanyahu, ni Biden ni sus lacayos (Feijóo, Abascal y compañía) en el país que me tocó vivir podrán con todos sus putos misiles borrar el poema. Ni su dios del “libro”, con renglones derechos o torcidos.

EL POEMA DE ESPERANZA Y AMOR 

 

               Refaat Alareer* 


*Poeta palestino asesinado el día 7 de diciembre de 2023, en Gaza.

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