Medio Oriente: ¿Un conflicto “sin salida”?
Miguel Sorans*
El
nuevo estallido del conflicto en Medio Oriente entre el pueblo palestino e
Israel vuelve a plantear las lógicas preguntas, cuándo podrá terminar esta
situación y cuándo habrá paz en esa región. Pasan los años y las masacres al
pueblo palestino se reiteran.
En
medio de la grave situación actual se escucha o se lee la definición de que
sería un conflicto “sin salida”, ya que es provocado por las posiciones
“extremistas” de los “terroristas” palestinos, o incluso de ambos lados. No es
así. Aunque la solución no es sencilla, los socialistas revolucionarios sí
creemos que hay una salida para terminar con esta guerra permanente, lograr la
paz y la convivencia entre los pueblos de la región.
Digámoslo
de entrada, aunque le resulte chocante al lector. El gran obstáculo para
terminar con el conflicto es la existencia del Estado de Israel. El sionismo
ocupó militarmente el territorio palestino, hizo un genocidio y obligó a sus
pobladores árabes ancestrales sobrevivientes a exiliarse. Se instaló un enclave
racista, creado artificialmente hace más de setenta años y apoyado
incondicionalmente por el imperialismo yanqui y europeo. Por eso la única
solución pasa por la disolución de ese Estado racista y por la creación de un
Estado único, laico, no racista y con plenos derechos democráticos para todos
sus habitantes en el territorio histórico de Palestina.
¿Qué es Israel?
La
solución está ligada al origen del conflicto. Durante cientos de años vivían
pacíficamente en Palestina una amplia mayoría árabe musulmana con una minoría
judía y cristiana. Pero en el siglo XX se produjo la invasión sionista,
legalizada por la ONU, que en 1947 aprobó la creación del Estado de Israel y
decretó una “partición” del territorio palestino dando nacimiento a la utopía
reaccionaria de los “dos Estados”. La ONU bendijo, y el Vaticano también, la
expropiación de 55% de la tierra a sus dueños ancestrales palestinos. Millones
de palestinos y palestinas fueron expulsados de sus tierras. Pero ni siquiera
eso respetaron los sionistas que, en una guerra fulminante, barrieron el
proyectado “Estado palestino” y se apoderaron de casi todo el territorio, salvo
Cisjordania, que quedó bajo control de la monarquía de Jordania. Israel nació
de un genocidio y una limpieza étnica entre 1948 y 1949.
El
sionismo y el imperialismo usaron el repudio y el horror que provocó el
holocausto nazi sobre los judíos para instalar la mentira de su eslogan “un
pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, con el cual arrasaron con las
aldeas palestinas. Se instaló así un Estado artificial, un enclave
imperialista, armado hasta los dientes para controlar y sojuzgar a los pueblos
árabes.
La
resistencia palestina, en los años ´60 del siglo pasado, creció y se fue
canalizando en la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), liderada
por Yasser Arafat, que rechazaba la existencia de Israel y reclamaba el retorno
de su pueblo a una “Palestina laica, no racista y democrática”.
Lamentablemente, en 1993, Arafat y la OLP abandonaron esa bandera histórica
traicionando a su pueblo y firmaron los acuerdos de Oslo con Israel, en
presencia de Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos. Con esos acuerdos
se pactaba un “reconocimiento mutuo”. A cambio, Israel prometía aceptar un
Estado palestino en cinco años. Así se reflotó la mentira de la creación de
“dos Estados”. La OLP pasó a ser la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Pasaron
casi treinta años de esos acuerdos y no existe ningún “Estado palestino”. Los
propios representantes de la ANP reconocen su fracaso pese a que ni reclamaban
volver a los territorios históricos, ya que pactaron en Oslo “un Estado en tan
solo el 22% de nuestra Palestina histórica, que son la franja de Gaza y
Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental, ocupados por Israel desde 1967.
Esto sería lo ideal para nosotros […] es la que Occidente promovió como la
solución de dos Estados. Que es un concepto engañoso porque ahora hay un solo
Estado que cumple 73 años” (Husni Abdel Wahed, embajador de la Autoridad
Nacional Palestina en Argentina, Clarin.com, 16/5/2021)
La utopía reaccionaria de los “dos
Estados”
Muchos
creyeron, y siguen creyendo, en esta mentira instalada de los “dos Estados”
como una salida. Los hechos volvieron a demostrar que se trata de una farsa y
una utopía reaccionaria porque está al servicio de sostener al Estado racista
de Israel.
El
Estado de Israel nunca cumplió lo que firmó en Oslo y se dedicó a la política
de “colonizar” a Cisjordania con más de 400.000 colonos y la construcción de un
muro de aproximadamente 700 kilómetros, que divide las ciudades (Hebrón, Belén,
entre otras) y anexiona 20% del territorio a Israel. Además, ha tomado recursos
básicos como el agua y somete a los palestinos a todo tipo de controles
militares, restricciones de movimiento y toques de queda y represión. Hay miles
de presos palestinos en cárceles israelíes. Gaza está bajo un bloqueo criminal
y totalmente aislada de Cisjordania. Israel solo retiró de allí a los colonos
para poder bombardearla, como hace ahora.
Es
imposible que pueda convivir un Estado palestino al lado de un Estado invasor
racista y expansionista, cuya razón de existir es ser un enclave para aplastar
militarmente al pueblo palestino para mantener y extender su dominio
territorial. Limpieza étnica basada en la falsa campaña de la “seguridad” de
Israel ya que sería “víctima” de supuestos “agresores extremistas” y
terroristas. Israel es un Estado de apartheid para los palestinos. Se
autodeclaró “Estado judío” y dictó, por ejemplo, una ley que estipula que un judío
puede apoderarse de un terreno en Cisjordania, Gaza o Jerusalén y el
propietario palestino está obligado a irse, recibiendo una indemnización que
fija el Estado de Israel.
Por
todo esto, la única salida, la única solución, es continuar la resistencia palestina
y la solidaridad internacional hasta lograr disolver este Estado racista y de
limpieza étnica, creando en todo el territorio histórico de Palestina un Estado
único, laico, no racista y democrático, en donde puedan retornar los exiliados
palestinos y sus familias y se pueda convivir en paz y con plenos derechos de
igualdad, sea cual fuere la religión o el origen étnico de las personas.
Es
una pelea difícil pero se puede lograr. Como ocurrió en Sudáfrica a fines del
siglo XX, donde fue derrotado y destruido el estado de apartheid de la llamada
“república boer” que segregaba a la mayoría negra. Se logró con la resistencia
del movimiento antirracista sudafricano y con la lucha internacional de
aislamiento y boicot al régimen racista.
Es
una lucha no solo del pueblo palestino, sino de todos los pueblos árabes y del
mundo, sosteniendo una movilización internacional para defender al pueblo
palestino, denunciar los crímenes de Israel y apoyar la campaña de Boicot,
Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel, exigiendo a los gobiernos y a toda
organización social, cultural o deportiva que rompan toda relación con el
Estado racista de Israel.
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