PREMIO INTERNACIONAL DE LITERATURA “GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER” 2021
El Premio Internacional de Literatura “Gustavo Adolfo Bécquer” se crea en 2008 por el PEN Club Español y el Grupo Editorial Sial Pigmalión, para premiar a autores de todo el mundo que hayan destacado como poetas, narradores o ensayistas.
Un jurado prestigioso propone cada año a autores sobresalientes en diferentes géneros literarios y otorga este galardón, convocado para reivindicar la figura del prestigioso poeta, narrador y periodista sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer, máximo representante del posromanticismo literario en lengua española, uno de los poetas con mayor influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico, de quien se conmemora en 2021 el 185º aniversario de su nacimiento.
El Premio Internacional “Gustavo Adolfo Bécquer” ha sido otorgado, entre otros, a los creadores: Ridha Mami, José María Triper, Corrado Calabrò, Carlos Vásquez-Zawadzki, Sol de Diego, José María Paz Gago, Pati Blanco o Vicente Araguas.
El jurado del Premio Internacional de Literatura “Gustavo Adolfo Bécquer” 2021, formado por Vicente Araguas (España), premiado en 2020, Justo Bolekia Boleká (Guinea Ecuatorial), María Antonia García de León (España), José Manuel Lucía Megías (España), Ridha Mami (Túnez), premiado en 2013, Fabio Martínez (Colombia), Isabel Ordaz (España), José María Paz Gago (España), premiado en 2018, Pilar Pedraza Pérez del Castillo (Bolivia), Basilio Rodríguez Cañada (España) y José María Triper (España), premiado en 2014, concede por unanimidad este galardón al escritor y poeta extremeño José Cercas Domínguez, por su libro Lo que en verdad sucede y el conjunto de su obra.
La obra premiada será presentada en la próxima Feria del Libro de Trujillo, en la Feria del Libro de Bogotá (FILBO) y en la Feria del Libro de Madrid (FILM) 2021.
Madrid, 17 de febrero de 2021
(En conmemoración del natalicio de G. A. Bécquer)
Basilio Rodríguez Cañada
Presidente Grupo Editorial Sial Pigmalión
José Cercas Domínguez
Nació en Santa Ana (Cáceres), en 1959. En la actualidad trabaja como gestor cultural. Es un poeta de profundo arraigo en Extremadura, de cuya extensa obra cabe destacar: El tiempo que me habita (2006), Los versos de la ausencia y la derrota (2009), Dana o la luz detenida (2011), Oxígeno (2012), Detrás de la noche. Antología de poemas de amor (2013), Los marcados días de la lluvia (2015) y Madre (2016). Recientemente ha publicado Balada del hombre piedra y Lluvia. En junio de 2019 gana el premio Escriduende de la Feria del Libro de Madrid al mejor libro en prosa poética con su obra El delta del Paraná publicado por el Grupo editorial Sial Pigmalión. Como animador y gestor cultural, viene realizando una intensa labor en Extremadura, su tierra.
Como afirma Vicente Rodríguez Lázaro: su obra resume las inquietudes de un poeta que se desnuda sin pudor y con la esperanza de un futuro redimido a través de una voz poética repleta de valentía y de originalidad, modeladas por su condición de ser comprometido y noble ante sus orígenes y frente al mundo que le rodea en un paradigma de coherencia.
Lo que en verdad sucede
Cuando leo los versos de Pepe Cercas, tengo la impresión de que no pasara el tiempo, de que hoy es ahora y ayer, y mañana será lo que vuelve siempre como légamo o arcilla esencial que sedimenta, que tiene memoria. Me llena de admiración y sorpresa el uso que hace del campo semántico, las palabras que “osa” utilizar, fuera de toda moda y aplauso contemporáneo. Habla de ternura, de los padres, de alegría, dejando escurrir una música antigua de lentitud y ausencia y, aun así, nos ofrece una memoria asombrada como la del niño que cuenta sus canicas de cristal y, faltándole algún color, se llena de añoranzas.
Así en el amor, en su ausencia, como no podía ser de otra forma: “ella se fue como todo lo vivido/como los huraños labios del calendario”, y es ahí, en ese hueco que deja el amor, en donde el verbo se hace carne y ungüento y medicina. He ahí el atributo de la poesía, posarse, como se posa la gasa sobre la herida. Herida que produce el tiempo cuando pasa, roza y nos abandona a la esclavitud de los pretéritos.
Y junto al lenguaje, código y cuerpo mismo del poema, la naturaleza: ¡Cuánto amor habita tan solo en una tarde!, del poema “El pájaro”, donde se describe el crepúsculo posándose… en el nido del ave que una vez fue vuelo. Hay un acto de afirmación en todo esto: …Vengo de la tierra/y me reafirmo en su gravedad/a la altura precisa del musgo…
Sí, definitivamente, el mundo necesita la poesía, necesita a quienes aún contemplan, a quienes aún se asombran de que la realidad exista, de que más allá del mundo y su civilización y su historia y su jerga, de que a pesar de sus provocadoras y altivas colmenas de hojalata o amianto, exista la piel y el pelo del mundo, sus branquias vegetales y el albatros atravesando cañones de aire, suspendiéndose, para ser mirado, no a través de links o instagram o pantallazos, sino cuerpo a cuerpo, compartiendo el sudor o el temblor de un instante de recíproco latido.
Así estos poemas, suspendidos entre los recuerdos y el paisaje, el universal de …el arcoíris como la cara más amable de la lluvia…, o el local y localista de …los blancos cerezos del Jerte… de “La vida se abre paso”, o el delicioso eco del campo y su específico nombrarse, ese “pasturaje”, el cual indica una muy concreta demarcación, zona de pasto común, allí donde pasta y mansea el ganado, universo dehesa, resonancia de lugar y modo, el extremeño, en el cual nuestro amigo Cercas se siente tan arraigado, ejercicio mismo de su ser y estar.
Y como no podía ser de otra forma, una última, no final, reflexión, sobre el acto de escribir: …escribir para decir te amo … romper el maleficio … levantar la vida y la estatura … sobre la luz que busca su origen de verso, lo que es lo mismo que, trastocando el itinerario previsto, no es el verso el que busca la luz sino la luz la que busca el verso, es decir, no esperar a saber para escribir sino, por el contrario, decir, escribir, para ir sabiendo.
Y aquí estamos, intentándolo.
Isabel Ordaz
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