3 de nov. de 2025

TUI

PONGAMOS UN RECUERDO PARA LAS MONJITAS BLANCAS 




Manuel Vázquez de la Cruz / Tui

 El libro La Hambruna Española, de Miguel Ángel del Arco Blanco, me movió a escribir un nadiña de un momento de la historia de niños, niñas y monjitas blancas de Tui, nuestra ciudad.


Antigo hospital e convento das Monxas "Blancas"

AL LADO DE LA CATEDRAL DE TUI HABÍA UNAS MONJAS BUENAS: LAS BLANQUITAS

 Canción de soldados

  Dicen que la patria es / un fusil y una bandera / mi patria son mis hermanos / que están labrando la tierra (bis) / mientras aquí nos enseñan / cómo se mata en la guerra (...).

 Federico García Lorca. 

 Recordar es traer del corazón el pasado que puede ser triste, alegre, bonito y en este caso pretende ser de solo reconocimiento.

 Sores, para y por vosotras escribo y titulo: 

LAS MONJITAS BLANCAS DE MI CIUDAD 

 Allí, en vuestro convento, en la puerta, entre niños y niñas, vi un día, cuando era adolescente, a una monja muy guapa, y me enamoré (los portugueses distinguen muy bien la diferencia de enamorarse con apasionarse. Los lectores buenos también).

 Hoy muchos años después, al leer el poema de Lorca, me sigo preguntando quién querría yo que fuera mi patria y como Federico, el poeta de Granada, de su Granada (como la llama en el poema Antonio Machado y a su asesinato), pienso que son los que labran la tierra y, por qué no, las monjitas blancas de Tui que mataron hambres cuando España sufría una enorme hambruna. Mi patria también son aquellas monjas que en aquel tiempo cuidaban niños humildes y les enseñaban a leer y escribir. Les daban mucho cariño, algún castigo y el pan nuestro de cada día. Siento que me lo pide Sor Pilar, mi amiga monja, que estuvo allí como alumna, que lo escriba.

 Sueño también, por qué no, que a la monjita blanca de ojos azules muy grandes y tez preciosa, de la que me enamoré cuando iba vestido de sotana muy negra y fajín rojo, también le gustaría.

 Ella estaba allí, cuando yo vivía en aquella casa grande, muy del Nacional Catolicismo, y en Tuy había un obispo fiel servidor y defensor del dictador en su revista Escorial. El chiquillo de sotana soñaba con aquel amor. Mientras ella, que quizás me doblaba la edad, pensaba en cómo podría conseguir comida para los pequeños y pequeñas que tenían que cuidar al día siguiente en su convento.

 Era, como las otras blanquitas, una mujer que quería ayudar a los humildes.

 Me hice mayor, sentí muchos cariños y enamoramientos, nunca supe el nombre de la monja guapa, ni lo pregunté. Son cosas de los adentros que quedan y quedan, pero estos días atrás, en la semana de la Memoria, volví a recordarla cuando leyendo en un acto público la carta de Sor Pilar, desde el corazón llegó el recuerdo de ella. Aarecieron los niños, la labor admirable de aquellas monjitas en aquellos tiempos de hambre, miseria y miedo... 

 Y sin pensarlo, me dirigí al señor Alcalde que presidía el acto y le pedí que la Corporación Municipal dé el nombre de una calle de Tui a las monjas blancas. Con este nombre, que es el nombre que tendrán siempre en nuestra ciudad y en el recuerdo.

 Hoy, mientras escribo para pedir un homenaje a aquellas religiosas, la recuerdo a ella asomada a la ventana del convento con el mismo enamoramiento de entonces. Era muy guapa y tenía cara de ser muy buena.

 Al hacerlo me he vuelto a sentir niño. Juventud divino tesoro que lucha con los años y a veces les puede. En aquella especie de púlpito de un antiguo garaje convertido en gran salón de conferencias y muy buen sonido, les pude.

 Llevo días buscando y hablando con personas que estuvieron allí en la niñez. Me enamoro y emociono como entonces, pero de mas mujeres, de mas monjitas con lo que me cuentan del trabajo, sacrificio y amor a los humildes de aquellas personas buenas.

 Y siento que por los hechos también se puede uno enamorar.

 Todo lo escrito - y por escribir - del enamorado, que ahora no es joven, ni lleva fajín y sotana, se lo quiero dedicar a Sor Pilar Coscullana y Patricia Osuna, mis queridas amigas.

 Allá queden los que no entiendan que incluso con un papa amigo de los nazis o nazi, con un caudillo por la gracia de Dios, decían, y lo era por cientos de miles de muertos, puede haber personas u organizaciones buenas y muy buenas, haciendo bien. Así fueron las monjitas blancas de Tui en su conjunto, y sin duda con alguna equivocación o excepción.


Rubiña, la hija del que fue guardia municipal en Tui y mi amigo

 Pura Martínez Freiria, hija del pescador, Antonio “El Rubio” al que entrevistó Labordeta en su barca meixoeira, le dijo al cantante de Libertad, que el río y las monjitas blancas le habían ayudado a sacar adelante a sus hijas e hijos. Los tiempos eran muy difíciles; “e había que manter unha familia.

 Pura me escribe: 

 Hola Manolo, lo que te puedo decir de las monjas blancas es que fueron unos seres de luz que “mataron” el hambre a los niños de Tui y parroquias. Ningún niño se quedaba sin regalo de Reyes en el colegio, y el pescado que nos daban a comer era el decomisado en la lonja que nos lo mandaban por el Pájaro blanco en unos tanques de metal. Lo recogía El Musa, Ricardo. Si tocaba marisco no lo comían ellas, nos lo daban a nosotros.

 Había una con mucho carácter que era la que llevaba el control. Las otras, de verdad, eran muy bueniñas, demasiado, y les podía la vocación de serlo.

 Gracias, amiga.

 

 
 En la foto dos hermanos de mi juventud y ellos en su infancia en nuestro común viejo barrio de San Bartolomé. Su padre era Nesto y su madre llevaba el apellido Rendo. Aquellas monjitas blancas les enseñaron a leer y escribir.

Parte de la carta de Sor Pilar Coscullana 

 (...) Unos días después, creo que te enterraron en el cementerio. Años más tarde una amiga, nos dijo que los huesos los trasladaron al osario de la catedral. De todas formas nunca sabremos que fue de tus restos...No puedo decir mucho sobre tu manera de ser. Eras exigente, honrado, intransigente con las trapicherías de los altos mandos. Por eso te mandaron de Tarragona a Pontevedra. Eso me dijo tu hijo poco tiempo antes de fallecer en 2004. Eras cumplidor de tu deber como militar que servías a la Patria, pero deseabas que se resolvieran los problemas de los pobres y se fomentase la cultura. Tus hijas empezaron el bachiller, pero todo terminó de una forma brutal. Una no dejó de lamentarlo toda su vida. Acabaron contigo como "traidor". Traidor ¿a qué? Tu deber era defender al gobierno legalmente establecido. Así lo decía siempre tu esposa. Pronto nos trasladamos a las Bornetas. Allí había un terreno y con el trabajo de todos, no nos faltó algo de alimento. Mamá encontró trabajo en una casa. Las Madrileñas, les llamaban. Tus hijas mayores eran guapas y jóvenes, pero no se entregaron a la vida "llamada fácil". Encontraron trabajo en la fábrica de galletas y aún tuvieron tiempo de aprender a coser y a bordar. Desde entonces toda la ropa se la hacían ellas. Los pequeños no sé cómo recalamos en las Monjas Blancas. Cada uno en la clase que le correspondía. Nunca nos dejaron de lado, ni dijeron nada humillante o doloroso (...)”.




 Patricia Osuna es hija de otro amigo a cuyo padre, también carabinero, asesinaron en Tui. Dejaron once hijos huérfanos y a su madre embarazada. No eran personas con la mínima piedad. La nieta, mi querida Patri, me contó como un día su padre y un hermano, cuando ya no aguantaban el hambre, fueron a Auxilio Social a pedir que por Dios le dieran algo de comer. Eran dos niños y uno sin un brazo.

 - Aquí no se les da de comer a hijos de rojos. Les dijo una señora con camisa azul, de misa diaria, rosario en familia, primeros viernes de mes y organizadora de misiones para que el pueblo español volviera al buen camino,..., en el que aquel padre de aquellos niños, por defender la legalidad, no había estado.

 En casi todos los hogares de aquella época entró el nacional catolicismo del régimen que tenía todo el poder de manipulación y lo ejercía de forma constante y goebbelsiana pero estoy seguro que solo en muy pocos se perdió la sensibilidad de no dar algo de comer - de lo poco que a veces había -, a unos niños hambrientos.

 Seguramente mis hoy monjitas queridas también fueron muy del sistema pero no dejaron de ser buenas. Yo que odio el fascismo y el nazismo desde hace muchos años, admiro la labor de las monjas blanquitas de mi ciudad.

 Soy de los que piensan - y quieren - que los pueblos tengan derechos y que se debe luchar para conseguirlos. Deseo una sociedad en la que ningún niño nazca pobre, sin posibilidades de estudiar. Deseo una humanidad que no pase hambre ni frío. Eso quiero, pero eso no me impide ni mucho menos admirar lo que hicieron aquellas monjitas buenas.

 También piensa como yo mi amigo Pepe Bouzada, el nieto de Salvador, un hombre que conocí y admiré. Era muy bajito y conductor de camiones. Tan pequeño de estatura que los peatones casi no lo veían y algunos, también bajos, gritaban ¡ese camión non ten chofer, vén so! 

 Era también un hombre bueno, rapaceiro y alegre, pero en aquel mal momento, con su sueldo y el de su hijo Ricardo, les era muy difícil la vida. 

 Lo cuenta su hijo, nieto y amigo mío - y de los buenos -, Pepe Bouzada.


 En la foto Pepe Bouzada y su hermano.

 Aquellas monjitas eran - a juzgar por el teléfono, que pocas familias teníamos en Tui -, muy modernas.

 Atropelladamente me fueron llegando sus WhatsApp y así transcribo sus comentarios:

 Nunca mirei maltratos e os castigos eran suaves... Recordo un par de "castigos". Por levar unha rá viva á clase, e por dicir "cono". Unha palabra que aprendimos en xeometría, pero que coincidía cos "tacos" cona e cono...

 Ás veces repartían xoguetes usados, para nenos pobres.

 Salvo polo aspecto negativo da educación sectaria que impartían, creo que fixeron un gran labor en Tui cos pequenos desfavorecidos, nun contexto de miseria, dictadura, analfabetismo..., onde a caridade era unha "virtude" tan practicada.

 Tal como se ve na foto (con Javier, meu irmán pequeno) entrei no 60..., e permanecín un par de anos. Creo...

 As monxas que recordo: sor Leandra (nenos), sor Monsalú (nenas) e sor Mónica, unha monxa átipica. Guapa, afable, bondadosa e cuns ollos azuis inesquecibles... Oín que deixara a orde e se secularizara... 

 Sor Monsalú tiña máis fama de toxo e facía de poli malo... 

 No centro, a maioría dos rapaces eramos de orixe humilde. Fillos de traballadores pobres na posguerra.

 Daquela xa era consciente da situación...Era vox populi... No hai que esquecer que estabamos en pleno nacional-catolicismo e que a guerra nos devolvera a Idade Media.

 Eran un centro onde preparaban para o ingreso nas escolas públicas da rúa Sanz (diante do baile do Secadoiro de Adolfito).

 Recordo esa época con cariño, o trato era bo, polo menos conmigo. Non sempre, pero recordo haber xantado no colexio moitos días. Incluso comín o primer meixón. Cando había moita abundancia de angulas no río, acababan nos conventos... Realizaban diversos tipos de actividades: preparaban para a primeira comuñón, uniforme mariñeiro, rosario e misal incluido. De blanco como de voda para as nenas. Pasaban dun ano para outro...

 En fin, a presentación en sociedade de pobres. 

 Pepe

 A todos los que han escrito conmigo y los que  leéis, muchas gracias.

 Hace algunos años, bastantes, un amigo mío portugués me dijo:

- Manolo estamos a ficar velhos.

  Los dos seguimos viviendo y soñando... Los dos hemos vuelto al pasado, a nuestros viejos amores: oliveiras de casta galega, prados en las montañas, vides de Albariño y de Torigia nacional... Luchando contra el dejar de estar a ficar y pasar a ser.

 También soñando con el pasado, entre los recuerdos, aparecen la buena gentes: 

 Aquellas religiosas de Tui que por encima del momento y viviéndolo, fueron muy bueniñas con los pobres.

 Pepe Bouzada, Pura Martinez, José Antonio Álvarez Rendo,..., nuestro amigo Rafael Bargiela, el hijo de Pepita de nuestro viejo barrio, nos va a ayudar a los que queremos recordar y hacer que salga de los corazones de los tudenses el deseo de colocar un escrito en Tui, La Colina de Piedra y Señora del Río, que ponga:

 AS MONXIÑAS BRANCAS 

 Y lo que quieran sus alumnos y alumnas escribir. 

 Yo he querido hacerlo con cariño y ternura.

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