NEGRURA EN EL PAISAJE
Manuel Vázquez de la Cruz
Cuando vienes de Zamora y entras por La Canda y el Padornelo, donde antes había verde, todo está ahora negro. Ahora lo ves como en una pantalla de rayos X: árboles, matorrales, caminos antiguos, chabolas de cuando se pastoreaba, parcelas que hace mucho se cultivaban de pan, fuentes que “yacían” escondidas desde hace años, los ridículos cortafuegos para aparentar, pero que podrían saltarlos las llamas de un matorral de medio metro de altura...
Todo lo que se ve enseña quién tuvo la culpa de los incendios y por qué fue imposible pararlos.
También como nada hicieron después.
Fueron usted y los suyos, señor Rueda. Los suyos sobre todo, los señores anteriores a usted: Fernández Albor, Fraga y Feijóo.
No sé sí otros lo harían mejor pero sí sé que peor no se puede hacer.
Ninguno de ustedes tuvo el mínimo cuidado con el medio ambiente. Tan mínimo que uno llega a pensar que quizás su política era esa y por eso, para vaciar los campos, hicieron política en el rural de preparación para que todo ardiera.
Si lo hicieron a propósito lo han hecho muy bien pero para nuestro mal, para los que somos pueblo.
Esa política, a la vista de lo sucedido en el Rayos X que la negrura del monte enseña, ha sido nefasta.
Todos los que tenemos una mínima sensibilidad sentimos una enorme tristeza. Sobre todo, para los que recorrimos muchas veces aquellos caminos y escribimos, desde nuestro rincón, del peligro que representaba el no pastoreo, el no cultivo de nada y el que la gente allí fuera absolutamente desentendida en los planes de desarrollo porque los eminentes tecnócratas, potenciaron la salida de las personas de las aldeas y su emigración. Con las divisas, viviendo muchos y muchas en condiciones muy precarias, en España se habló de milagro económico.
Por supuesto
para mayor gloria al Opus Dei, entonces nada de fiar para nosotros y ahora por
el papa, y al régimen de los crímenes y las hambrunas. Sus antecesores políticos,
señor Rueda.
Después llegó la democracia pero todo siguió igual. Poco a poco y sin decirlo, el campo quedó sin agricultores.
Se va a perder con ustedes hasta el oficio.
Hubo incendios, y muchos avisamos que un día llegaría uno tremendo -aún no ha llegado pero llegará-, porque el gobierno de Galicia sigue empecinado en que llegue, en que sea mas y mas brutal, con su reciente anuncio de permitir más y más eucaliptos, como para que a la larga nos abrase y a la corta no haya campos cultivados, ni sierras con pastos y pastoreo. Ni castaños, ni abedules, ni escuelas, ni vida...
Su modelo es un país sin agricultura, algo así como un monstruo sin cabeza.
Su modelo es la negrura de la nada que dejan los incendios.
Volverá y ustedes que no saben cuidar el medio le echaran la culpa a los incendiarios. Los mayores, a mi juicio son los que hacen plantaciones sin seguridad y no tienen en cuenta el después. Como hacen ustedes en este momento.
Hoy en el camino, el sol alumbraba la incompetencia. Su incompetencia, señores de la Xunta de Galicia.
Que pena da ver aquel paisaje que recorrí desde muy joven. Después pateé en mi trabajo, deseé y soñé que hubiera muchos prados y campos de pan. Escuché por primera vez en mi vida la canción de la “seitura”, la que llamaba a segar, que ya hace años nadie canta y se perderá la canción, el pan, las truchas en los ríos y desaparecerán los pueblos.
El “lanzallamas” de la incompetencia, o la muy competencia por dinero, por encima del bien o el mal, lo quemará todo.
También a personas.
Allá al fondo, al pasar por un lugar en el que no recuerdo no haber parado nunca, hasta ayer, le dije al conductor que allí estaba la Esculqueira, quizás ya no esté. Señalé con mi dedo el sitio exacto.
Recordé al señor Manuel y a mi amigo el “O Cacha Pau”. Las patatas que allí se obtenían y que eran...patatas con sabor a castaña. Los vecinos tenían un horno comunal muy grande. En los años en que yo empecé a andar por allí aún había un vecino“escapado”, era un hombre muy bueno y gran cazador.
Todos los vecinos ayudaron a su familia y él a todos les iba dejando conejos y perdices en las ventanas. Era un escapado y rey mago.
Todas las mañanas al alba salía un pastor con todo el ganado del pueblo. Se labraban los campos con dos vacas, las semillas no eran demasiado buenas, se limpiaban las zonas que no se pastaban y la broza se traía para las cuadras...
Eso, la vida, señores de todos los gobiernos del mundo es lo que impide el paso al fuego, al jabalí y quién sabe si algún día habrá que volver para poder comer. Pero cómo se pierda el oficio...
Todo era difícil pero se vivía. Los tecnócratas, tan listos ellos, con sus planes les cambiaron la vida y no hay nada de aquello.
Y nada en su lugar. Estos señores no son de alternativas.
Ahora hay
buenos tractores, buenas semillas...
Pero no hay por parte del gobierno de Galicia ni el mínimo interés, porque, aunque sea para que no arda, ayudar a cultivar la tierra y hacer que de ella se pueda vivir.
Son “cuatro votos” me dijeron un día. Contesté que también pueden ser nuestras vidas.
Las tierras
quemadas enseñan las causas del incendio y la inmensidad del mal que va a
venir.
También enseñan con claridad que después de los incendios no se hizo nada de nada.
Lloverá y las
cenizas de los fuegos las llevará el agua, contaminarán ríos, obstruirá
cauces...
Y ese suelo pasará a ser tierra descarnada. ¿Cuántos años de formación de tierra se han perdido?
La dejadez detrás de los incendios hace pequeña la palabra. No se han hecho, o no nos lo enseña el rayos X, ni una sola zanja de recogida de ceniza lo que evitaría la contaminación.
Y en ningún sitio se ve o se comentó, que en el tiempo transcurrido desde el incendio se haya intentado mezclando agua con semillas y fertilizantes tratar de recuperar al menos parte de lo perdido.
Un gobierno que sabe que puede haber un incendio del bosque o matorral, en hectáreas y no tiene preparado el antes y el después, debería dimitir.
Hoy me siento muy triste porque pienso que jamás volveré a parar en aquel alto de camino para ver las tierras verdes salpicadas de campos de pan de centeno y ganado pastando.
Señor Rueda, hoy he vuelto a pasar por donde dijo usted que no había sucedido nada y que lo que había quemado no tenía ningún valor. Donde usted ve tierras sin vida yo sé que en ese suelo hay un mundo de ella.
Ya, ya sé que no lo entiende.
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