OPINIÓN

A GUÍA-TUI: MATEO FERRUXO Y EL NIÑO ÁRABE (I)

Manuel Vázquez de la Cruz

 Tres generaciones sonríen. Son todos muy míos. Algunos de ellos tuvieron ancestros en Guillarei y Ribadelouro. Son de la familia de Diego y Manuela, Angustias y Constante, Olivia y Braulio, Lito y Mariluz, Javier y Marta...

 Son de los Ferruxos desde Diego, al que pusieron ese nombre, por llamarle él así a una yegua color ceniza. Entró en Tui presumiendo; era muy bonita la yegua y con magníficos aires en los andares. ¡Ala Ferruxiña!,...¡Ala Ferruxiña!...

 Y casi doscientos años después yo soy Manolo Ferruxo. Antes que Manolo Vázquez.

 Y muchos más herederos y parientes siguen compartiendo nombre. Algunos ya no llevan el apellido Vázquez de Diego pero son del nombre adquirido.  

 Y los mayores aún recuerdan la sonrisa de la abuela Angustias. La abuela que llamaba a sus nietos o nietas  meu neno o miña nena y entendía sus penas y alegrías. Estoy seguro que muchos y muchas que lean esto van a pensar en aquellas señoras de las que eran nietos o nietas.

 Yo no puedo dejar de recordar a la mía y escribirlo.
 
 Volviendo a la foto, el mas cercano a la cámara y que le sonríe se llama Mateo y quizás llegue a ser un gran jugador de baloncesto en la liga americana. Promete, y además es un magnifico estudiante.

 Si así fuera me gustaría que llevara el nombre de la familia.  Entonces en la NBA habría un jugador que se llamaría Ferruxiño.

 Y hay más en la foto. Son parientes de Mariluz, ¡qué buena era!, y por eso la hicimos también de los nuestros. Escribí antes de su muerte. Orensana y Ferruxa son dos buenas cosas.

 Está también Flor,  madre de dos de los jóvenes. Cuando la conocí me pareció una belleza bizantina pero su nombre es aún más hermoso. Sus hijos también sonríen. Y Teresa, Ferruxiña con rostro muy andaluz,  en primera linea, envuelve un cantar y el recuerdo para la persona que le dio el nombre: Teresa de Calcuta. Buena gente.

 Y cuando sonríe tanta buena gente junta, como es el caso, el mundo entero y la vida es una sonrisa.

 Y yo recuerdo ahora muchas fotos parecidas de otras familias. Pepe Bouzada las cuelga muchas veces en redes sociales. Personas como él tejen historia e épocas. Gracias, Pepe.
 
 Hace días toda la familia de los de la foto tuvo una comida en el Parador de Tui, mi hermana Marita, La Matriarca, me explicó que volvió a ser precioso el acontecimiento y que ella en su discurso dijo que nuestros ascendientes estarían muy orgullosos.
 
 Yo que no he ido también lo estoy y pienso siempre que la abuela soñó todo lo bueno que nos pasa y por lo tanto lo vivió. Estuvo orgullosa antes. El orden de los actores no altera el final. 

 Es bueno que las familias indaguen en sus raíces, conozcan de dónde vienen, sientan el pasado y el presente. Si así fuera nadie vería por encima del hombro a nadie.

 Es bonito que se quieran y se respeten. Que se abracen por tener un tronco común o simplemente porque sienten ganas de abrazarse. Que se respeten por encima de religiones, o de la política, o del fútbol (esto será lo mas difícil) porque nunca se puede pedir que todos piensen igual o sientan igual en el discurrir de la vida.

 Pienso que en casi todas las aldeas de Galicia hay familias de nombre adquirido y se pudo dejar atrás el apellido pero no el nombre que dio la vida. Me parece bonito.

 La foto nos sonríe.  Los jóvenes más abiertamente. Su sonrisa es distinta a la que tenía el niño árabe, mi amigo permanente, que conocí en la antigua frontera entre protectorados, pero al ver esta foto lo recordé y pensé en aquel niño del que no supe más, aunque escribí de él varias veces. Busqué entre mis papeles, ordenadores y tabletas y encontré algunos escritos.

 Y he vuelto con el pensamiento a la carretera que va de Rabat a Larache.

 Y sentí que el niño me volvía a ofrecer higos negros al lado de la tienda de cerámica, es ya también de mi familia.

 Ojalá sus hijos, nietos o bisnietos estén sonriendo felices en cualquier lugar del mundo.

 Me gustaría estar con ellos. Y que como los de la foto sueñen con ser biólogos, carpinteros, ingenieros, albañiles, profesores, obreros,..., pero todos sintiéndose personas y queriendo a sus semejantes.

 Fue lo que yo vi en sus ojos, en su mirar aquella mañana, y que no olvido. Ojalá que  en mi familia de aquí y en la que metí, la del niño árabe,  sean todos felices.
 Y si alguno vierte alguna lágrima que se deba a la emoción de encontrar el sabor de madre en un escrito de 1992. O un pétalo de una rosa en el  libro de judíos, cristianos y musulmanes, que es el mismo, o en el interior de una  mente atea pero que en cualquiera de los casos traiga el recuerdo de un ser querido. Que recordar sea siempre volver a traer al corazón sentimientos hermosos.
 
 A mí la foto me trajo a la mente al niño. Lo busqué  y lo he vuelto a encontrar en los escritos que hice del chavalín árabe de Marruecos que 1992 se cruzó en mi camino.

 Si los racistas más rabiosos vieran la cara, los ojos y la sonrisa de aquel niño... 

 Ojalá fuera cierto lo que pienso.

 Pero volveremos  otra vez con la historia.