3 de ago. de 2012

OPINIÓN

Yo no tengo la culpa
Luis García Montero


El barco empezó a hacer agua. Debido a sus dimensiones poco marineras, no fue posible manejarlo. La desesperación se extendió por la cubierta y los camarotes. Había mucha gente. El armador había hecho una gran campaña de publicidad en los periódicos más importantes, pero no se había preocupado de calcular el número de botes salvavidas. La voz de capitán pudo oírse en medio del griterío. Yo no tengo la culpa, dijo. El armador tampoco se sintió responsable del naufragio al leer los periódicos de la mañana siguiente. Yo no tengo la culpa, mala suerte, se repitió. [+]

Ningún comentario:

Publicar un comentario