POR SAN MARTIÑO O TROMPO NO CAMIÑO
Manuel Vázquez de la Cruz
Pensaba escribir sobre hombres y mujeres, pero estos días estos señores y estas señoras, de los que pensaba escribir, se comportan como niños y niñas con berrinche ciego e itinerante de donde digo una cosa después digo otra y otra. Los que han muerto en Valencia por su culpa les importan un bledo. Hasta en el Congreso y en el Parlamento Europeo hablan como niños. Como niños repelentes. No es que nieguen lo evidente, quizás porque su culpabilidad es manifiesta en la inmensa catástrofe. No, su defensa es además buscar culpables como sea y de ese como sea, no se libra para ellos ni Su Santidad. O para ser mas exactos ni Dios.
Son como niños pero son hombres de mala alma. Nacieron para ser malos y lo son. Repugnantes y nauseabundos. Mala gente que jamás caminará acariciando la tierra, como decía don Antonio Machado que los sufrió en otra generación. Desgraciadamente en hechos y dichos ahí están. También Borja Semper, al que yo creía honrado, pero se vendió no sé si por un plato de lentejas o por nada. Aunque la nada absoluta no existe entre nosotros.
Su partido es el gran culpable de muchas muertes y desastres y a mi me parece que en su dirección son muy vagos, no piensan nada en el pueblo (tal como yo concibo el significado de esa palabra que vienen marcada por la historia) y que además no sienten en absoluto sus necesidades. Como dice su jefe, y él el que más, son humanos sin humanidad. La frase es mismo de él: facilona.
Mucho más difícil sería que él, Mazón e incluso la chica que estuvo con éste en la comida, dimitieran de todos sus cargos. Porque esos señores y esa señora debieran saber que las frases pueden pasar a la historia, pero lo difícil y bueno para la humanidad es gestionar que en una tempestad no haya muertos, por encima de todo (incluso de una comida de trabajo) y para eso no basta con la frasecita, eso requiere sacrificio, gestión y, dios mío, no sacar dinero de un organismo para tiempos de crisis para dárselo a la tauromaquia.
Si tienen cabeza, al menos se les ve, no tienen cabeciña que piense. Si tienen alma es de acero. Si tuvieran vergüenza ya hubieran anunciado su dimisión.
Si algún día llegan a tener el mínimo sentimiento sentirán un enorme remordimiento por esos mas de doscientos muertos.
Sería fácil decir mas cosas pero, ustedes perdonen, me puede el asco por unos y la pena por otros. Esos miles de mi edad que murieron antes porque la gran estadista Ayuso dijo, mas o menos, que total para lo poco que les quedaba de vida…
Es que lo de Valencia es una cosa mas. La segunda en esta ciudad.
Y me paso a las historias de los niños y niñas. Esas que hace pocos o muchos años, nos hicieron reír, sonreír y soñar con que fueran y sean felices y buenos.
Ya no hay tiempos de juegos pero el titulo del escrito quiere recordarlo. Como hizo mi amigo Juan Soto. Un hombre que como yo tampoco tiene paraje.
Ya no hay tiempos de juegos pero jugando a otra cosa una niña, nieta de un amigo que jugaba muy bien a las bolas se rompió el fémur de una pierna. Se llama Sara. Es rubia y muy guapa. Como Juan Soto y yo, es de poco paraje. Quizás por eso a mi me resulta especialmente simpática.
La chiquilla lo pasó muy mal por el dolor, la molestia y por no poderse moverse. La vitalidad la traspasó a las muletas y les cogió cariño. Sus padres le dijeron que debía ir dejándolas. Pero ni caso. Decidieron llevarla al médico que la había tratado. El en tono muy cordial le dijo que podía ya dejar allí una muleta y empezar caminar solo con la otra.
La chiquilla lo miró. Debió entender la falsedad del tono cordial y quizás no le pareció bien, y dijo alto, quizás demasiado: ¡¡¡yo de aquí no me marcho sin mis muletas!!!
Y así fue. Confieso que me reí con ganas.
Días después se habló de la comida de trabajo del presidente de la Generalitat de Valencia, de las horas que había tardado en comer. Mas tarde se publicó la foto de su acompañante. Y me acordé de Sara y sus muletas. La chica del almuerzo es muy guapa. Y a lo mejor a Mazón le pasó como Sara y sus muletas. Claro que lo de la chiquilla es perdonable.
1944 queda muy lejos. Lo pienso y me parece mentira que yo ya estuviera por aquí abajo. En 1942 yo ya tenia seis años y en mi entorno nació un niño. Durante la guerra casi dejaron de nacer niños. No era un buen momento y siguió siendo malo unos años más. Era un niño precioso, seguramente como Sara a su edad. Alrededor del niño andaba mucha gente. Podría recordar a muchos pero tengo que hacerlo, casi por obligación y por cariño, de una chica alta y rubia, simpática y buena, que se llamaba Dida Araujo.
El niño se llamaba Ángel Luis, y Dida le puso su primer sobrenombre: QUIRILÍ.
Y después lo fue educando de tal modo que a la orden de Quirilí, ¡culo a la pared!
El niño rubito y precioso corría a la pared más cercana, arrimaba su culo a ella, nos miraba y sonreía.
Y todos le hacíamos una enorme celebración.
Señor Monzón, ¡¡¡culo a la pared!!!
Y dimita, hombre de Dios, dimita.
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