LOS INSULTOS DEL VAGO LOS COPIA EL “ESTUDIADO”
Manuel Vázquez de la Cruz
Hoy es el cumpleaños de un amigo. Un amigo que con pocos años decidió no ser señorito y ser pueblo.
Se llama José Millán Fernández Borqué. Es alto, bueno y pesa mucho.
Al felicitarlo me encontré un escrito mío sobre la fecha más hermosa de mi vida política, que fue cuando Portugal se llenó de claveles. Y las flores taparon la punta de las máquinas de matar.
Con Palestina en el corazón - y los que apoyan el genocidio y los que muy inútiles que sólo saben insultar y mentir en mi desprecio -, arreglo el primer escrito y lo mando a Infogauda, donde otro amigo lo publicará.
Recordar la fuerza de una flor. Aquel año que fue también mío. Aquel niño que me volvía a la infancia para romperla. Aquel pueblo que también era mío, de los míos y del mundo. Tanto que durante meses fue mi universo. ¡Qué hermosa fue aquella revolución!
Recordar hoy cuando por las bocas de los fusiles no salen flores, que por cartas llegan balas y algunas mujeres odian tanto, con los suyos y juntos, que quieren, o parece que quieren, llenar las cunetas con más muertos. Quieren más, parece. Para que sean aún más y vuelva el miedo y la gran hambruna.
Y con poca gracia hacen carteles tratando de reírse de los que queremos memoria. Panfletos tan manifiestamente ruines como ellos. Tan inmensamente distintos a aquella hermosura del soldado, el niño y un fusil con un clavel donde debía salir una bala.
Aquel mensaje de paz que nos hizo felices, seguimos amando su figura y lo que representa. La Paz, la Libertad, la Alegría de Vivir, soñar... ¡Qué difícil es todo eso en la España nuestra! Y una vez al escribirlo vuelvo a escuchar a don Antonio Machado.
De hace años y de ahora. El cartel del niño del clavel y don Antonio andan siempre conmigo.
Contra lo fácil que es predicar odio como hacen los los otros con sus banderas amenazantes, sus himnos guerreros, sus gritos irrazonables, sus insultos, su dejar morir a ancianos en residencias, su fascismo oscuro y desdeñoso. Nadan en el odio como tiburones hambrientos y se hacen daño así mismos y a los que los escuchan, si tienen un mínimo de sentimiento. Utilizan los mismos insultos irrazonables, y sin embargo uno es “estudiado” y otro parece que no ha leído nada en su vida. Sin embargo uno y otro son tan iguales en sus insultos y en sus antiguas propuestas que uno piensa que cualquier día van a cantar a dúo “prietas las filas” o “Isabel y Fernando el espíritu impera”.
A mí no me dan miedo. Me dan pena, lástima y tristeza porque me parecen muy incultos y muy poco competentes los dos – dos iguales para hoy-. Su patriotismo no es tal porque ellos lo han convertido en patrimonio. Es de ellos y yo no tengo ningún interés en formar parte de sus bienes. No quiero ser su socio.
Mi patria, que tiene trigo en las fronteras, es aquel 25 de abril de 1974 en Portugal.
Muchos, entre los que están los insultantes y mentirosos, jamás entenderán que todo lo que pueda hacer daño lo puede tapar una flor. La flor de una planta que no estuvo jamás en El Ventorro, ni predicando y mintiendo junto a Bush, o en los muertos sin identificar, ni mucho menos en una lancha de un narcotraficante...
Cualquier flor, si tuviera otra vida además de la vegetal, se hubiera marchitado al escuchar los insultos del estudiado sin ilustrar y de su compañero de “prietas las filas” y nada en el “hacer”, o sea trabajar.
Yo les aconsejaría que expliquen qué cosas ha hecho mal el actual Gobierno y, si fuera posible, las pusieran en una balanza con las que hicieron ellos. Me parece que el platillo del “estudiado” y del “trabajar nada” emularía a Julio Verne y llegaría al centro del planeta Tierra y mas allá.
¿Serán capaces de usar razones en lugar de insultos y mentiras?
No parece. Son gente, pero no son pueblo. Uno, el más inculto, marca las palabras que dice el estudiado. No tienen remedio.
Millán, unha aperta para os tres.

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